[Terminada] El destino es caprichoso y más cuando se trata de algo como lo que pasará entre ______ y Louis Tomlinson. Una relación del pasado rápida, alocada, peligrosa que le llevó a ser quien no era. Todo acabó, pero no para siempre. Ambos estaban equivocados cuando prometieron no volver a verse.

viernes, 28 de junio de 2013

Capítulo 1.

Estoy emocionada, de verdad. Esta ya es mi cuarta novela y por lo que veo, tiene expectativas de ser la que más os enganchará de todas. Simplemente he elegido este argumento para Louis porque no hay muchas novelas de él y sé que es una novela que a la mayoría os va a encantar, porque va a ser curiosa y voy a intentar que os enganche desde el principio, o al menos eso he intentado. Así que, como ya os dije en el trailer, esta novela promete. Muchísimas gracias por las que me habéis leído desde Appeared y por las que estáis empezando a conocerme ahora. Espero que os guste y que notéis cambios respecto a mi manera de explicarme desde la primera novela hasta esta. 
Quiero dar las gracias antes de nada a todas esas personas que me han apoyado, animado y demás cosas para poder llegar a hacer la cuarta novela! Muchísimas gracias, de verdad. Sin vosotros esto no sería posible.
Y sin enrollarme más, os dejo con el primer capítulo de mi nueva y misteriosa novela. Espero que os guste :) OS QUIERO. 

Capítulo 1.

El humo de mi cigarro se desprende hacia arriba. Doy calada tras calada. Necesito desahogarme.

La noche está adentrada. La pequeña brisa que entra por la entreabierta ventana, agita las cortinas y retumba en las persianas. La poca luz que alumbra la habitación es tan solo una pequeña lámpara de noche que tengo a mi lado.

Sombras en las paredes y la forma del humo desprendiéndose hacia arriba.

Mi vicio había sido culpa de él. Como casi todo.

Todo esto que ha pasado es algo confuso y no estoy segura por dónde empezar.

Suelto el cigarro en el cenicero y, tras soltar el humo de aquel cigarro una vez más, me auto convenzo para coger el bolígrafo y comenzar a escribir.

Agito mi cabeza y recojo de nuevo los mechones que se me han escapado de mi alta coleta.

No puedo comenzar aún.

No tengo el valor suficiente siquiera para saber el qué puedo explicar.

Me miro mis muñecas que están cubiertas por pulseras y, ahora, paso mis manos por los ojos.

Estaban tardando mucho en empañarse. Aspiro fuerte por mi nariz y me limpio el rostro de las lágrimas que lo han bañado.

“Está bien” Me digo. “Tú puedes”

Encajo bien los folios y coloco la tulipa hacia ellos. Dos bolígrafos completamente llenos para no perder tiempo y poder expresarme.

Me armo de valor suficiente por fin y destapo el primero de los dos. Coloco la tapadera en la parte trasera del bolígrafo y lo acerco al papel.

Aquí empezaba todo. Aquí comenzaba a recordar.

                                                                           ****
Era una noche cálida de algún mes de verano. No recuerdo bien. El motor del coche sonaba insistente. 

Parecía viejo y en poco tiempo, iría al desguace. El hombre miraba por el retrovisor de vez en cuando, pero ninguna de las dos quisimos darle importancia.

-¿Estás bien? – La voz de mi amiga salía y entraba por mis dos oídos.
-No, no lo estoy. – Contesté.
-No va a pasar nada. – Me tranquilizó.

Su suave mano rozó mi pierna.

-Te dije que no hacía falta que me acompañases. – Musitó.
-Ali, estoy aquí.

El rostro casi pálido de mi amiga sonrió. Sus hoyuelos se marcaron en su cara y las comisuras de sus ojos se arrugaron.

-Gracias. – Musitó en tono tranquilizante.

Mi respiración aún no cesaba. En ningún momento pensé que esto me fuese a poner tan nerviosa.

Y todo por culpa de Adam, el hermano mellizo de Alison. Su mundo era paralelo al nuestro. Completamente opuesto. Se movía con la gente de la zona más conflictiva de la ciudad y su vida solo se basaba en drogas, alcohol, peleas, carreras…

-Será la última vez. – Añadió culpable Ali. – No pienso salvarle el culo ni una sola vez más.

La miré. La rabia se apoderaba de sus ojos perfectamente claros. Mi labio girado intentaba articular palabra que pudiese consolarla.

-Tu madre no querrá llevarse más sofocos, Ali. Además, yo te acompañaré siempre que lo necesites.
-No podrá estar ocultándose siempre a mi madre. Ni yo le voy a cubrir más porque como siga así también se va a morir él. O mejor dicho, se va a matar.

Entendí entonces, que la frase que había intentado usar para consolar a mi amiga, solo sirvió para empeorar las cosas.

Alison apoyó su codo en el reposabrazos del coche y dirigió su mirada hacia la ventana.

El hombre miró por el retrovisor de nuevo y yo coincidí mi mirada con la suya. Él rápidamente la esquivó y yo la devolví a Alison.

-¿Por qué? No entiendo. Acabo de cumplir dieciocho años, no me puede atar a él así. Ya le he salvado demasiadas veces el culo. – Ali se quejaba.
-No puedes dejarle solo.
-No, ____. – Su mirada se retiró de la carretera para mirarme a los ojos. – Que mi padre haya muerto no le da motivos para comportarse así.
-Tiene demasiada rabia.
-Yo también la tengo.

Unos minutos después, el hombre con apariencia poco seria, nos paró en frente de nuestro destino.

Ali bajó la primera tras darle el dinero suficiente a ese hombre que nos había trasladado hasta ahí. Yo le miré una última vez y abandoné también el vehículo.

Desplacé un mechón de pelo hacia atrás y me puse al lado izquierdo de mi amiga.

Los motores de las grandes motos se escuchaban a metros de donde estaban.

Miré a Alison algo intimidada por el ronco sonido de las motos. Ella, que era algo más alta que yo, me devolvió la mirada apretando los puños. La rabia la corría a toda prisa por sus venas.

Apresuró su paso hasta llegar a la entrada de ese temido barrio. No había mucha gente alrededor, solo simples vagabundos que vagaban por las calles en busca de algo de limosna.

Las estrechas carreteras junto a las estrechas calles me intimidaban. Jamás había estado en un lugar similar, y menos aquí. La zona más temida de mi ciudad. La zona donde más droga se pasaba y más dinero se movía: El Foco.

No se llamaba así porque estuviera al lado de un foco que indicaba a los tripulantes marinos por donde ir; no.

Se llamaba así simplemente por la tenue luz que siempre había en ese sitio. Hasta de día era oscuro.

Un hombre apoyado en la pared, medio moribundo, se escurría por ella. Mi mirada se quedó impactada en su cara en la que sus ojos estaban pidiendo ayuda. 

-Ali. Mira aquel hombre.

Mi amiga se giró bruscamente.

-Necesita ayuda. – Añadí.
-No podemos ayudarle, ____. – Contestó.

Me paré en medio de la calle no contenta con la respuesta de Alison.

-Se va a morir. – Insistí.
-Ese hombre está borracho como una cuba. No es la primera vez que le veo en esas condiciones. Mañana se le pasará. 

Alison se acercó a mí y me cogió del brazo para arrastrarme.

El miedo subía por cada uno de los rincones de mi cuerpo. El corazón de las motos se escuchaba cada vez más cerca y las voces gritando entre esas calles, penetraban como verdadera molestia en mis oídos.

El final de la calle llegó. Una brisa de aire hizo que mi cuerpo se desplazara involuntariamente hacia atrás a la vez que al de mi amiga. Ella me agarró fuertemente el brazo para que ninguna de las dos aterrizásemos en el suelo.

La chica retomó aire a la vez que yo cuando volvimos a tener estabilidad. Colocó su flequillo y yo la miraba temblorosa.

Mi mirada después se fijó en todo lo que había delante de nosotras.

Un gran espacio donde gente vestida de negro y la mayor parte de cuero, se establecía ante mí.

Por mucho que pestañease, el panorama era el mismo: Gente bebiendo, bailando, ligando, drogándose. 

Chicos y chicas que no eran mayores de treinta años.

De nuevo ladeé mi cabeza intentando encajar qué hacía yo en un lugar como ese. Yo, una chica responsable, madura, estudiosa… Alguien que no tenía nada que ver con esa gente.

-Vamos. – Exclamó ella mirando hacia todos los lados del lugar.

Mis ojos se entrecerraban. Ahora ya no sentía miedo; Ahora tenía pánico.

Ali comenzó a andar sin mí. Mis pies parecían haberse pegados en el suelo. No querían despegarse de él. Sabía que nada bueno se podría cocinar allí.

-¡Venga! – Ali se dio cuenta de que me quedé pasos atrás. –Necesito encontrar a mi hermano.

Resoplé y, temblorosa, crucé la calle que había en medio.

Me puse de nuevo a la altura de mi amiga. La furia no desaparecía de sus ojos, ni el pánico de los míos.
Acabábamos de llegar a la calle más temida. A la zona más peligrosa que había pisado. Mis dientes chasqueaban y mis dedos temblaban al igual que todo mi cuerpo.

-¿Estás bien? – Me preguntó.
-Sí…i. – Balbuceé.
-No. No lo estás.

Mi amiga se giró y se puso en frente de mí, pasando los brazos por mis hombros.

-Te dije que no vinieras…
-No te podía dejar venir sola, Ali.

Ella sonrió e intentó tranquilizarme.

-Gracias, pero ya sabes que no es la primera vez que lo hago.

La sonreí en forma de complicidad. Algo consiguió, al menos mis dientes ya se mantenían quietos. Ella parecía también haberse beneficiado de mi pequeña gran inseguridad, ya que sus ojos al menos se aclararon algo más y desapareció esa intensa furia que estaba reflejada en ellos.

-Escúchame. – Mi amiga llevó sus manos a mi rostro. – No hace falta que me acompañes más. Vete hacia esa esquina que no pasará mucha gente y en cuanto consiga dar con Adam, vuelvo. ¿Vale?

Escuché atentamente todo lo que mi amiga me sugirió.

-No. Pienso acompañarte. – Me negué.
-Mírate, _____. Estás acojonada. – Ali no se daba por vencida y seguía insistiendo en que me escondiese. – Mejor será que te quedes ahí.

Miraba la insistente mirada de Ali  y sonreí.

-Está bien. – Cedí.

Ella sonrió conmigo y apartó sus suaves manos de mi cara. Después aclaró su garganta y comenzó a andar hacia el mogollón de gente.

Yo miraba de reojo hacia mi amiga. Preferiría irme con ella que estar sola, pero al menos sabría que nada me pasaría estando ahí. Nadie me vería, o al menos, eso esperaba.

Andaba con cuidado para no pisar ningún cristal y no destrozarme esos zapatos que tanto me costaron.
No había apenas luz y la calle se iba haciendo más oscura a cada paso dado.

De nuevo el miedo invadía mi cuerpo. Necesitaba salir ya de ese sitio.

Llegué a ese refugiado sitio por fin y miré hacia el centro de todo aquello. Ya había perdido de vista a Alison.

Me acobijé detrás de esa pared despiezada y mal cuidada. Miraba pendiente de algún signo de mi amiga, pero ni rastro de ella.

-¿Selena?

Me sobresalté al escuchar esa voz. No. ¿Por qué? Apreté más fuerte la pared con mis dedos. Casi no podía apretar más.

-¿Eres tú?

Esa voz masculina insistía. Tenía pánico. Necesitaba que Ali apareciese en ese preciso instante.

Los pasos de ese aparente chico se escuchaban más cerca. Parecía estar aproximándose a mí.

-¡Hey!

Cerré los ojos al ver un torso de hombre vestido con una chaqueta de cuero en frente de mí. Los apretaba cada milésima más.

-No eres Selena. – Musitó previamente a una carcajada.

Mis ojos comenzaron a relajarse y a optar por abrirse. ¿Quién era ese subnormal que se estaba riendo de mí?

Al fin conseguí abrir los párpados y me encontré con él.

Un chico alto se estaba situando delante de mí.

-Pero da igual, podemos pasarlo bien. – Sonrió.

El chico retiró suavemente el pelo de mi cuello. Sus labios se acercaban a él.

Mis dientes comenzaron a chocar entre sí de nuevo. Temblaba a cada centímetro que ese chico se acercaba hacia mí.

Ali, Ali.

Mi mente solo pronunciaba ese nombre.

-Eh, Mark. Déjala.

La voz ronca y grave de un chico hizo que ese tal Mark se alejase sobresaltado de mí.

Mis ojos se mantenían apretados y tensos. No quería abrirlos. Ahora serían dos, no tendría nada que hacer.

-Vete a buscar a Selena. – Musitó de nuevo el chico que acababa de llegar.

Abrí los ojos lenta y cuidadosamente. Todo estaba oscuro. La luz tenue acompañada con esa oscuridad constante de ese rincón de la ciudad se apoderaba de nosotros.

Ese tal Mark miró al nuevo chico con rencor y dio un golpe brusco con el puño a la pared, justo al lado de mi cabeza.

Mi pelo se desplazó cuando su mano y el muro contactaron. Mis ojos se dirigieron a su mano y me incomodé aún más.

Después, el chico se retiró y comenzó a andar adentrándose aún más en la oscuridad.

Mi pecho subía y bajaba a gran velocidad. Mi respiración no se tranquilizaba, no se estancaba.

Seguía apoyada en la pared, con las manos puestas paralelas a mi cuerpo.

Alison, ¿dónde coño estabas?

Miré a aquel cuerpo que se situaba en frente de mí.

Su cuerpo trabajado y vestido con una chaqueta de cuero, con unos pantalones ajustados y unas botas militares, adornaban esa postura de chico malo de la cual yo ya me había percatado. Su cara era más o menos redonda. No parecía muy moreno, pero tampoco muy blanco. Sus pómulos parecían perfectamente detallados y por su frente caía un largo flequillo ladeado de color castaño, al igual que todo su pelo. Sus pestañas masculinas decoraban esos intactos ojos azules que destacaban aún en la entrada oscuridad. Sus labios parecían ser suaves y finos seguramente rosados, pero eso no lo pude saber con certeza, pues el chico justamente agarraba un cigarro con ellos. Su altura de un metro casi ochenta me imponía cada vez más.

Sacaba el mechero y acercó la llama hacia el cigarro.

Un leve gesto de flequillo siguió tras su cabeza y sus ojos azules dieron con los míos.

-¿Quieres? - Me ofreció poniéndome a dos centímetros de mi esa colilla.

Negué con la cabeza y el se encogió del hombros digiriéndose el cigarro de nuevo a la boca.

-Y, ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este? – Preguntó soltando el humo de esa calada que había ofrecido al cigarro.

Mis dientes de nuevo chasqueaban. Mi cuerpo seguía en la misma posición, no tenía valentía para moverlo. 

Ese chico me imponía; Tenía miedo.

-¿Qué pasa? ¿No hablas? – Preguntaba insistente ese chico.
-¿Sabes dónde está Adam? – Me digné a preguntar.

El chico de nombre desconocido rió irónico mientras sujetaba con el índice y pulgar el cigarro.

-No, no lo sé. – Pronunció.

Le miré con miedo y regresé la mirada al panorama del medio, donde esperaba que apareciese en ese justo instante Ali.

-¿Le conoces?

Mi mirada se regresó a ese chico.

-Algo. – Contesté.

El chico de nuevo hizo un giro brusco con la cabeza dejando llevar el flequillo detrás de él.

-¿Es tu novio? – Preguntó interesante de nuevo.

Le miré sobresaltada. ¿Cómo iba a ser un chico así mi novio?

-No.

El chico sonrió aliviado. Parecía haberse quitado un peso de encima al escuchar ese monosílabo.

-Supongo que porque tú serás una niñita estirada. – Dijo sonriente.
-¿Por qué dices eso? No lo soy.
-No lo niegues. No hay más que verte.
-Siento defraudarte.

El chico sonrió a mi contestación.

-¿Puedo preguntarle a la señorita como se llama? – Preguntó curioso.
-No suelo decir mi nombre a desconocidos.
-Qué pasa, ¿Tú mamá te castiga?

Le miré con rencor e ignoré esa última pregunta.

-O quizás tú papá, quién sabe…
-Es decisión propia. – Contesté.

El chico sonrió de nuevo. Al fin dejó ver sus labios. Sin duda eran rosados, finos y suaves.

-No hace falta que me lo confirmes, nena. A cada palabra me demuestras que eres una de esas pijas estiradas.

Fruncí el ceño cabreada y miré a ese chico con rencor, de nuevo y ahora más, después de que él pronunciase esa frase. Él sonreía y tiraba su colilla al suelo para después pisarla con su gigante y pesada bota negra.

Me negaba a estar un segundo más al lado de ese imbécil.

Comencé a andar despacio siguiendo el muro despiezado. Arrastraba levemente mis pies y llegué al final de esa pared.

-¿Dónde vas? – Susurró en mi oído.

El chico me agarró por la cintura y comenzó a retirar el pelo, al igual que lo había hecho ese tal Mark hacía unos minutos.

¿Le había espantado para encargarse él de mí?

“Alison, por favor, ven” Mi mente solo podía pronunciar eso. ¿Qué querría de mí ese chico?

-No me has dicho cómo te llamas. – Musitó en mi oído, de nuevo.

Mi cuerpo paralizado comenzaba a temblar de nuevo. El olor a tabaco que desprendía ese chico me hacía incomodarme aún más.

El chico se puso en frente de mí y sonrió abiertamente.

-¡_____! – Alguien exclamó mi nombre detrás de ese chico.

Mi mirada que estaba perplejamente parada en los ojos azules de él, se desplazaron hacia la derecha, donde vi aparecer a Alison de la mano de Adam.

-¿Qué haces, Lou? – Preguntó Adam.

El chico se quitó sobresaltado de mi lado y se puso lejos de mí.

-¿Este era al Adam que buscabas? – Preguntó sonriente, rebuscando algo en su bolsillo.
-¿Estás bien? – Alison corrió hacia mí.

Pasó un par de veces las manos por mi cara y me miraba a los ojos preocupada.

-Sí, sí. – Balbuceé. – Est… Estoy bien.

Adam continuaba hablando con ese tal Lou mientras éste se colocaba un nuevo cigarrillo encima de su oreja.

Después, chocaron las manos y Adam asistió a nosotras.

Mi mirada se quedó fija en ese chico de ojos azules hipnotizadores, él tampoco apartaba sus ojos de mí.

Pasó su mano por su flequillo recto y me guiñó un ojo.

Abrí los ojos inconscientemente y me di cuenta de que estaba totalmente estremecida.

Después comenzó a andar mientras se encendía ese cigarro que adornaba su oreja minutos antes.

-¿Qué hacías con él, _____? – Me preguntó Ali mientras andábamos hacia el exterior de El Foco.
-Se me acercó él, nada…
-¿Estás loca? – Exclamó Ali. – Ese chico es peligroso.
-Y tanto… - Musitó Adam.
-Contigo ya hablaré… - Contestó Ali.
-Ese chico es Louis. – Continuó Adam mirando furtivamente a su hermana. – Louis Tomlinson. El cabecilla del mayor grupo de los de aquí. Con ese chico es mejor llevarte bien si no quieres que el final de tus días llegue antes de lo previsto…

Mi estómago se hizo completamente un nudo. Su cara angelical no congeniaba con la información que estaba dando Adam.

Sin embargo, pensándolo bien, lo que yo había sentido cuando estaba al lado de ese chico era completamente opuesto a lo que me estaba describiendo Adam. Había sentido miedo pero tranquilidad a la vez.


Ese chico era peligrosamente curioso. Lo que no sabía es que, en un futuro, eso sería lo que me engancharía a él. 

PD. ¿Podíais decirme qué os ha parecido? Ya sabéis, en los comentarios de debajo, Ask (http://ask.fm/sttories1D) o Twitter (@Sttories1D) Y, por cierto, avisadme si queréis que os avise por Twitter. (Sólo aviso por ahí) :)