Estoy emocionada, de verdad. Esta ya es mi cuarta novela y por lo que veo, tiene expectativas de ser la que más os enganchará de todas. Simplemente he elegido este argumento para Louis porque no hay muchas novelas de él y sé que es una novela que a la mayoría os va a encantar, porque va a ser curiosa y voy a intentar que os enganche desde el principio, o al menos eso he intentado. Así que, como ya os dije en el trailer, esta novela promete. Muchísimas gracias por las que me habéis leído desde Appeared y por las que estáis empezando a conocerme ahora. Espero que os guste y que notéis cambios respecto a mi manera de explicarme desde la primera novela hasta esta.
Quiero dar las gracias antes de nada a todas esas personas que me han apoyado, animado y demás cosas para poder llegar a hacer la cuarta novela! Muchísimas gracias, de verdad. Sin vosotros esto no sería posible.
Y sin enrollarme más, os dejo con el primer capítulo de mi nueva y misteriosa novela. Espero que os guste :) OS QUIERO.
Capítulo 1.
El humo de
mi cigarro se desprende hacia arriba. Doy calada tras calada. Necesito
desahogarme.
La noche
está adentrada. La pequeña brisa que entra por la entreabierta ventana, agita
las cortinas y retumba en las persianas. La poca luz que alumbra la habitación
es tan solo una pequeña lámpara de noche que tengo a mi lado.
Sombras en
las paredes y la forma del humo desprendiéndose hacia arriba.
Mi vicio
había sido culpa de él. Como casi todo.
Todo esto
que ha pasado es algo confuso y no estoy segura por dónde empezar.
Suelto el
cigarro en el cenicero y, tras soltar el humo de aquel cigarro una vez más, me
auto convenzo para coger el bolígrafo y comenzar a escribir.
Agito mi
cabeza y recojo de nuevo los mechones que se me han escapado de mi alta coleta.
No puedo
comenzar aún.
No tengo el
valor suficiente siquiera para saber el qué puedo explicar.
Me miro mis
muñecas que están cubiertas por pulseras y, ahora, paso mis manos por los ojos.
Estaban
tardando mucho en empañarse. Aspiro fuerte por mi nariz y me limpio el rostro
de las lágrimas que lo han bañado.
“Está bien”
Me digo. “Tú puedes”
Encajo bien
los folios y coloco la tulipa hacia ellos. Dos bolígrafos completamente llenos
para no perder tiempo y poder expresarme.
Me armo de
valor suficiente por fin y destapo el primero de los dos. Coloco la tapadera en
la parte trasera del bolígrafo y lo acerco al papel.
Aquí
empezaba todo. Aquí comenzaba a recordar.
****
Era una
noche cálida de algún mes de verano. No recuerdo bien. El motor del coche
sonaba insistente.
Parecía viejo y en poco tiempo, iría al desguace. El hombre
miraba por el retrovisor de vez en cuando, pero ninguna de las dos quisimos
darle importancia.
-¿Estás
bien? – La voz de mi amiga salía y entraba por mis dos oídos.
-No, no lo
estoy. – Contesté.
-No va a
pasar nada. – Me tranquilizó.
Su suave
mano rozó mi pierna.
-Te dije que
no hacía falta que me acompañases. – Musitó.
-Ali, estoy
aquí.
El rostro
casi pálido de mi amiga sonrió. Sus hoyuelos se marcaron en su cara y las
comisuras de sus ojos se arrugaron.
-Gracias. –
Musitó en tono tranquilizante.
Mi
respiración aún no cesaba. En ningún momento pensé que esto me fuese a poner
tan nerviosa.
Y todo por
culpa de Adam, el hermano mellizo de Alison. Su mundo era paralelo al nuestro.
Completamente opuesto. Se movía con la gente de la zona más conflictiva de la
ciudad y su vida solo se basaba en drogas, alcohol, peleas, carreras…
-Será la
última vez. – Añadió culpable Ali. – No pienso salvarle el culo ni una sola vez
más.
La miré. La
rabia se apoderaba de sus ojos perfectamente claros. Mi labio girado intentaba
articular palabra que pudiese consolarla.
-Tu madre no
querrá llevarse más sofocos, Ali. Además, yo te acompañaré siempre que lo
necesites.
-No podrá estar ocultándose siempre a mi madre. Ni yo le voy a cubrir más porque como siga
así también se va a morir él. O mejor dicho, se va a matar.
Entendí
entonces, que la frase que había intentado usar para consolar a mi amiga, solo
sirvió para empeorar las cosas.
Alison apoyó
su codo en el reposabrazos del coche y dirigió su mirada hacia la ventana.
El hombre
miró por el retrovisor de nuevo y yo coincidí mi mirada con la suya. Él
rápidamente la esquivó y yo la devolví a Alison.
-¿Por qué?
No entiendo. Acabo de cumplir dieciocho años, no me puede atar a él así. Ya le he salvado demasiadas veces el culo. – Ali se quejaba.
-No puedes
dejarle solo.
-No, ____. –
Su mirada se retiró de la carretera para mirarme a los ojos. – Que mi padre
haya muerto no le da motivos para comportarse así.
-Tiene
demasiada rabia.
-Yo también
la tengo.
Unos minutos
después, el hombre con apariencia poco seria, nos paró en frente de nuestro
destino.
Ali bajó la
primera tras darle el dinero suficiente a ese hombre que nos había trasladado
hasta ahí. Yo le miré una última vez y abandoné también el vehículo.
Desplacé un
mechón de pelo hacia atrás y me puse al lado izquierdo de mi amiga.
Los motores
de las grandes motos se escuchaban a metros de donde estaban.
Miré a Alison
algo intimidada por el ronco sonido de las motos. Ella, que era algo más alta
que yo, me devolvió la mirada apretando los puños. La rabia la corría a toda
prisa por sus venas.
Apresuró su
paso hasta llegar a la entrada de ese temido barrio. No había mucha gente
alrededor, solo simples vagabundos que vagaban por las calles en busca de algo
de limosna.
Las
estrechas carreteras junto a las estrechas calles me intimidaban. Jamás había
estado en un lugar similar, y menos aquí. La zona más temida de mi ciudad. La
zona donde más droga se pasaba y más dinero se movía: El Foco.
No se
llamaba así porque estuviera al lado de un foco que indicaba a los tripulantes
marinos por donde ir; no.
Se llamaba
así simplemente por la tenue luz que siempre había en ese sitio. Hasta de día
era oscuro.
Un hombre
apoyado en la pared, medio moribundo, se escurría por ella. Mi mirada se quedó
impactada en su cara en la que sus ojos estaban pidiendo ayuda.
-Ali. Mira
aquel hombre.
Mi amiga se
giró bruscamente.
-Necesita
ayuda. – Añadí.
-No podemos
ayudarle, ____. – Contestó.
Me paré en
medio de la calle no contenta con la respuesta de Alison.
-Se va a
morir. – Insistí.
-Ese hombre
está borracho como una cuba. No es la primera vez que le veo en esas
condiciones. Mañana se le pasará.
Alison se
acercó a mí y me cogió del brazo para arrastrarme.
El miedo
subía por cada uno de los rincones de mi cuerpo. El corazón de las motos se
escuchaba cada vez más cerca y las voces gritando entre esas calles, penetraban
como verdadera molestia en mis oídos.
El final de
la calle llegó. Una brisa de aire hizo que mi cuerpo se desplazara
involuntariamente hacia atrás a la vez que al de mi amiga. Ella me agarró fuertemente
el brazo para que ninguna de las dos aterrizásemos en el suelo.
La chica
retomó aire a la vez que yo cuando volvimos a tener estabilidad. Colocó su
flequillo y yo la miraba temblorosa.
Mi mirada
después se fijó en todo lo que había delante de nosotras.
Un gran
espacio donde gente vestida de negro y la mayor parte de cuero, se establecía
ante mí.
Por mucho
que pestañease, el panorama era el mismo: Gente bebiendo, bailando, ligando,
drogándose.
Chicos y chicas que no eran mayores de treinta años.
De nuevo
ladeé mi cabeza intentando encajar qué hacía yo en un lugar como ese. Yo, una
chica responsable, madura, estudiosa… Alguien que no tenía nada que ver con esa
gente.
-Vamos. –
Exclamó ella mirando hacia todos los lados del lugar.
Mis ojos se
entrecerraban. Ahora ya no sentía miedo; Ahora tenía pánico.
Ali comenzó
a andar sin mí. Mis pies parecían haberse pegados en el suelo. No querían
despegarse de él. Sabía que nada bueno se podría cocinar allí.
-¡Venga! – Ali
se dio cuenta de que me quedé pasos atrás. –Necesito encontrar a mi hermano.
Resoplé y,
temblorosa, crucé la calle que había en medio.
Me puse de
nuevo a la altura de mi amiga. La furia no desaparecía de sus ojos, ni el
pánico de los míos.
Acabábamos
de llegar a la calle más temida. A la zona más peligrosa que había pisado. Mis
dientes chasqueaban y mis dedos temblaban al igual que todo mi cuerpo.
-¿Estás
bien? – Me preguntó.
-Sí…i. –
Balbuceé.
-No. No lo
estás.
Mi amiga se
giró y se puso en frente de mí, pasando los brazos por mis hombros.
-Te dije que
no vinieras…
-No te podía
dejar venir sola, Ali.
Ella sonrió
e intentó tranquilizarme.
-Gracias,
pero ya sabes que no es la primera vez que lo hago.
La sonreí en
forma de complicidad. Algo consiguió, al menos mis dientes ya se mantenían
quietos. Ella parecía también haberse beneficiado de mi pequeña gran
inseguridad, ya que sus ojos al menos se aclararon algo más y desapareció esa
intensa furia que estaba reflejada en ellos.
-Escúchame.
– Mi amiga llevó sus manos a mi rostro. – No hace falta que me acompañes más.
Vete hacia esa esquina que no pasará mucha gente y en cuanto consiga dar con
Adam, vuelvo. ¿Vale?
Escuché atentamente todo lo que mi amiga me
sugirió.
-No. Pienso
acompañarte. – Me negué.
-Mírate, _____.
Estás acojonada. – Ali no se daba por vencida y seguía insistiendo en que me
escondiese. – Mejor será que te quedes ahí.
Miraba la
insistente mirada de Ali y sonreí.
-Está bien.
– Cedí.
Ella sonrió
conmigo y apartó sus suaves manos de mi cara. Después aclaró su garganta y
comenzó a andar hacia el mogollón de gente.
Yo miraba de
reojo hacia mi amiga. Preferiría irme con ella que estar sola, pero al menos
sabría que nada me pasaría estando ahí. Nadie me vería, o al menos, eso
esperaba.
Andaba con
cuidado para no pisar ningún cristal y no destrozarme esos zapatos que tanto me
costaron.
No había
apenas luz y la calle se iba haciendo más oscura a cada paso dado.
De nuevo el
miedo invadía mi cuerpo. Necesitaba salir ya de ese sitio.
Llegué a ese
refugiado sitio por fin y miré hacia el centro de todo aquello. Ya había
perdido de vista a Alison.
Me acobijé
detrás de esa pared despiezada y mal cuidada. Miraba pendiente de algún signo
de mi amiga, pero ni rastro de ella.
-¿Selena?
Me
sobresalté al escuchar esa voz. No. ¿Por qué? Apreté más fuerte la pared con
mis dedos. Casi no podía apretar más.
-¿Eres tú?
Esa voz
masculina insistía. Tenía pánico. Necesitaba que Ali apareciese en ese preciso
instante.
Los pasos de
ese aparente chico se escuchaban más cerca. Parecía estar aproximándose a mí.
-¡Hey!
Cerré los
ojos al ver un torso de hombre vestido con una chaqueta de cuero en frente de
mí. Los apretaba cada milésima más.
-No eres
Selena. – Musitó previamente a una carcajada.
Mis ojos
comenzaron a relajarse y a optar por abrirse. ¿Quién era ese subnormal que se
estaba riendo de mí?
Al fin
conseguí abrir los párpados y me encontré con él.
Un chico
alto se estaba situando delante de mí.
-Pero da
igual, podemos pasarlo bien. – Sonrió.
El chico
retiró suavemente el pelo de mi cuello. Sus labios se acercaban a él.
Mis dientes
comenzaron a chocar entre sí de nuevo. Temblaba a cada centímetro que ese chico se
acercaba hacia mí.
Ali, Ali.
Mi mente solo
pronunciaba ese nombre.
-Eh, Mark.
Déjala.
La voz ronca
y grave de un chico hizo que ese tal Mark se alejase sobresaltado de mí.
Mis ojos se
mantenían apretados y tensos. No quería abrirlos. Ahora serían dos, no tendría
nada que hacer.
-Vete a
buscar a Selena. – Musitó de nuevo el chico que acababa de llegar.
Abrí los
ojos lenta y cuidadosamente. Todo estaba oscuro. La luz tenue acompañada con esa oscuridad constante de ese rincón de la ciudad se apoderaba
de nosotros.
Ese tal Mark
miró al nuevo chico con rencor y dio un golpe brusco con el puño a la pared, justo
al lado de mi cabeza.
Mi pelo se
desplazó cuando su mano y el muro contactaron. Mis ojos se dirigieron a su mano
y me incomodé aún más.
Después, el
chico se retiró y comenzó a andar adentrándose aún más en la oscuridad.
Mi pecho
subía y bajaba a gran velocidad. Mi respiración no se tranquilizaba, no se
estancaba.
Seguía
apoyada en la pared, con las manos puestas paralelas a mi cuerpo.
Alison,
¿dónde coño estabas?
Miré a aquel
cuerpo que se situaba en frente de mí.
Su cuerpo
trabajado y vestido con una chaqueta de cuero, con unos pantalones ajustados y
unas botas militares, adornaban esa postura de chico malo de la cual yo ya me
había percatado. Su cara era más o menos redonda. No parecía muy moreno, pero
tampoco muy blanco. Sus pómulos parecían perfectamente detallados y por su
frente caía un largo flequillo ladeado de color castaño, al igual que todo su
pelo. Sus pestañas masculinas decoraban esos intactos ojos azules que
destacaban aún en la entrada oscuridad. Sus labios parecían ser suaves y finos
seguramente rosados, pero eso no lo pude saber con certeza, pues el chico
justamente agarraba un cigarro con ellos. Su altura de un metro casi ochenta me
imponía cada vez más.
Sacaba el
mechero y acercó la llama hacia el cigarro.
Un leve
gesto de flequillo siguió tras su cabeza y sus ojos azules dieron con los míos.
-¿Quieres? - Me ofreció poniéndome a dos centímetros de mi esa colilla.
Negué con la cabeza y el se encogió del hombros digiriéndose el cigarro de nuevo a la boca.
-Y, ¿Qué hace
una chica como tú en un sitio como este? – Preguntó soltando el humo de esa
calada que había ofrecido al cigarro.
Mis dientes
de nuevo chasqueaban. Mi cuerpo seguía en la misma posición, no tenía valentía
para moverlo.
Ese chico me imponía; Tenía miedo.
-¿Qué pasa?
¿No hablas? – Preguntaba insistente ese chico.
-¿Sabes
dónde está Adam? – Me digné a preguntar.
El chico de nombre desconocido rió
irónico mientras sujetaba con el índice y pulgar el cigarro.
-No, no lo
sé. – Pronunció.
Le miré con
miedo y regresé la mirada al panorama del medio, donde esperaba que apareciese
en ese justo instante Ali.
-¿Le
conoces?
Mi mirada se
regresó a ese chico.
-Algo. –
Contesté.
El chico de
nuevo hizo un giro brusco con la cabeza dejando llevar el flequillo detrás de
él.
-¿Es tu
novio? – Preguntó interesante de nuevo.
Le miré
sobresaltada. ¿Cómo iba a ser un chico así mi novio?
-No.
El chico
sonrió aliviado. Parecía haberse quitado un peso de encima al escuchar ese monosílabo.
-Supongo que
porque tú serás una niñita estirada. – Dijo sonriente.
-¿Por qué
dices eso? No lo soy.
-No lo
niegues. No hay más que verte.
-Siento
defraudarte.
El chico
sonrió a mi contestación.
-¿Puedo
preguntarle a la señorita como se llama? – Preguntó curioso.
-No suelo
decir mi nombre a desconocidos.
-Qué pasa,
¿Tú mamá te castiga?
Le miré con
rencor e ignoré esa última pregunta.
-O quizás tú
papá, quién sabe…
-Es decisión
propia. – Contesté.
El chico
sonrió de nuevo. Al fin dejó ver sus labios. Sin duda eran rosados, finos y
suaves.
-No hace falta que me lo confirmes, nena. A cada
palabra me demuestras que eres una de esas pijas estiradas.
Fruncí el
ceño cabreada y miré a ese chico con rencor, de nuevo y ahora más, después de
que él pronunciase esa frase. Él sonreía y tiraba su colilla al suelo para
después pisarla con su gigante y pesada bota negra.
Me negaba a
estar un segundo más al lado de ese imbécil.
Comencé a
andar despacio siguiendo el muro despiezado. Arrastraba levemente mis pies y
llegué al final de esa pared.
-¿Dónde vas?
– Susurró en mi oído.
El chico me
agarró por la cintura y comenzó a retirar el pelo, al igual que lo había hecho
ese tal Mark hacía unos minutos.
¿Le había
espantado para encargarse él de mí?
“Alison, por
favor, ven” Mi mente solo podía pronunciar eso. ¿Qué querría de mí ese chico?
-No me has
dicho cómo te llamas. – Musitó en mi oído, de nuevo.
Mi cuerpo
paralizado comenzaba a temblar de nuevo. El olor a tabaco que desprendía ese
chico me hacía incomodarme aún más.
El chico se
puso en frente de mí y sonrió abiertamente.
-¡_____! –
Alguien exclamó mi nombre detrás de ese chico.
Mi mirada
que estaba perplejamente parada en los ojos azules de él, se desplazaron hacia
la derecha, donde vi aparecer a Alison de la mano de Adam.
-¿Qué haces,
Lou? – Preguntó Adam.
El chico se
quitó sobresaltado de mi lado y se puso lejos de mí.
-¿Este era
al Adam que buscabas? – Preguntó sonriente, rebuscando algo en su bolsillo.
-¿Estás
bien? – Alison corrió hacia mí.
Pasó un par
de veces las manos por mi cara y me miraba a los ojos preocupada.
-Sí, sí. –
Balbuceé. – Est… Estoy bien.
Adam continuaba
hablando con ese tal Lou mientras éste se colocaba un nuevo cigarrillo encima
de su oreja.
Después,
chocaron las manos y Adam asistió a nosotras.
Mi mirada se
quedó fija en ese chico de ojos azules hipnotizadores, él tampoco apartaba sus
ojos de mí.
Pasó su mano
por su flequillo recto y me guiñó un ojo.
Abrí los
ojos inconscientemente y me di cuenta de que estaba totalmente estremecida.
Después comenzó
a andar mientras se encendía ese cigarro que adornaba su oreja minutos antes.
-¿Qué hacías
con él, _____? – Me preguntó Ali mientras andábamos hacia el exterior de El
Foco.
-Se me
acercó él, nada…
-¿Estás
loca? – Exclamó Ali. – Ese chico es peligroso.
-Y tanto… -
Musitó Adam.
-Contigo ya
hablaré… - Contestó Ali.
-Ese chico
es Louis. – Continuó Adam mirando furtivamente a su hermana. – Louis Tomlinson.
El cabecilla del mayor grupo de los de aquí. Con ese chico es mejor llevarte
bien si no quieres que el final de tus días llegue antes de lo previsto…
Mi estómago
se hizo completamente un nudo. Su cara angelical no congeniaba con la
información que estaba dando Adam.
Sin embargo,
pensándolo bien, lo que yo había sentido cuando estaba al lado de ese chico era
completamente opuesto a lo que me estaba describiendo Adam. Había sentido miedo
pero tranquilidad a la vez.
Ese chico
era peligrosamente curioso. Lo que no sabía es que, en un futuro, eso sería lo
que me engancharía a él.
PD. ¿Podíais decirme qué os ha parecido? Ya sabéis, en los comentarios de debajo, Ask (http://ask.fm/sttories1D) o Twitter (@Sttories1D) Y, por cierto, avisadme si queréis que os avise por Twitter. (Sólo aviso por ahí) :)