[Terminada] El destino es caprichoso y más cuando se trata de algo como lo que pasará entre ______ y Louis Tomlinson. Una relación del pasado rápida, alocada, peligrosa que le llevó a ser quien no era. Todo acabó, pero no para siempre. Ambos estaban equivocados cuando prometieron no volver a verse.

miércoles, 31 de julio de 2013

Capítulo 16.

El chico permanecía mirándome a los ojos intentando sacar alguna palabra de mi muda boca. Mis ojos pestañeaban rápidamente para evitar que las lágrimas empezasen a salir a través de ellos.

-¿_____? – Replicó.
-No. – Contesté. –No ha sido él.

 Bajé mi cara conteniendo aún más fuerte mis lágrimas. El chico soltó aire por la boca no satisfecho por mi respuesta.

-Entonces, dime. ¿Cómo te has hecho eso? – Insistía.
-Un golpe.

El chico rió sarcástico. Era obvio que no creía lo que le decía, ni siquiera yo lo hacía.

-Ahora entiendo porque me dijiste que ese chico era peligroso. – Musitó.
-¿Qué insinúas? ¿Enserio crees que pienso que Louis es peligroso conmigo? ¡¿Acaso piensas que de verdad él podría a llegar a hacerme daño?! Ha sido la única persona que me ha acogido, que me ha abrazado cuando le necesitaba y que ha sabido sacarme sonrisas en estos días. ¿Enserio crees que él podría llegar a hacerme algo?
-Las marcas hablan por sí solas.
 -Oh, Dios mío. Vale, Josh. Creo que todo está dicho. Vete de aquí.
-No.
-¡Sí! – Grité. – Y como no te vayas pienso llamar, ya no a Louis, sino a la policía. Métete en la cabeza que no necesito ni tú ayuda ni la de nadie. Yo soy feliz así, mi vida está bien así. Ojalá hubiese encontrado a Louis antes y me hubiera dado cuenta de todo.

Empujé el grande cuerpo de ese chico hasta la entrada. Él no hacía mucha fuerza y se dejaba llevar por mis costosos empujones.

Tiré del pomo y abrí la puerta expulsándolo al portal.

-¿No vas a ir a ver a tu madre? – Pronunció cuando iba a dar un portazo.
-¿Qué más te da?
-Te necesita más que nunca. Estoy seguro que ella te ayudaría más que ese chaval que solo sabe ofrecerte drogas y tabaco para que te olvides de las cosas.
-Mi madre me abandonó cuando más la necesitaba y eso no se lo pienso perdonar. Y mucho menos a mi padre.
-¿Sabes lo peor, nena? Que en cuanto Louis encuentre a una tía que le llene más que tú, a ti te va a echar y te va a dejar sola, porque cuando eso ocurra, quizás sea cuando de verdad te veas sola. Porque aun que creas que Alison, tu profesor, yo, no te queremos ayudar, estás equivocada. Muy equivocada.
-¡Cállate! – Grité. – Louis nunca me va a abandonar. Louis me quiere. Me adora. Él me lo ha dicho.
-¡Sí! – Gritó el chico. – Una persona que te hace eso en el brazo tiene que amar con todo su corazón

Le miré por una vez más a sus ojos azules intentando transmitirme algo de razonamiento, pero yo le esquivé.

El silencio entre nosotros dos mientras nuestras miradas seguían juntas.

-Pienso salvarte de Louis, _____. Por las buenas o por las malas.

Arrastré la puerta hasta que se cerró fuertemente después de escuchar al chico decir eso.

Miré al techo dejando expulsar por fin las lágrimas de mis ojos. No debería haber abierto la puerta. No ahora.

Busqué por toda la casa un paquete de tabaco. Necesitaba ahora un cigarro. Estaba en un estado de nerviosismo el cual necesitaba saciar.

Louis se debería de haber llevado todo, no había rastro ni de un solo cigarro, solo de un mechero a medio acabar.

Suspiré e intenté calmarme intentando procesar toda la información que me había lanzado ese chico. Mi cabeza cuadraba todo aquello incluso admitía que el chico tenía algo de razón, pero no me quería dar cuenta de la cruda realidad. No me quería dar cuenta de que en cualquier momento podría venir alguien que hiciese sentir más que yo a Louis y olvidarme, abandonarme, dejarme…

Me adentré en el salón cogiendo las llaves que me había indicado antes Louis, y un billete de diez de donde él guardaba el dinero que ganaba en sus trapicheos. Después, arrastré mis pasos hasta el pasillo y coloqué la chaqueta de cuero en mi cuerpo, cogiendo mi bolso y abriendo la puerta, abandonando el piso.

Bajé las escaleras tan siniestras apresuradamente. Atravesé el portal y salí al exterior. El día estaba nublado, la gente parecía estar arropándose con su ropa, pues el frío amenazaba cada día más.

Miré a ambos lados de la calle e intenté situarme para llegar por mí sola al estanco donde siempre Louis compraba tabaco.

Respiré el frío aire y dejé que mis intoxicados pulmones cogieran algo de éste para tranquilizarme.

Emprendí camino cuando recordé por donde tenía que ir.

Mis pasos eran débiles pero apresurados. No entendía por qué ese tal Josh estaba tan empeñado en salvarme de Louis. Ese chico solo era peligroso con la demás gente. A mí jamás me haría daño. Jamás.

Al fin avisté el establecimiento y dirigí mi cuerpo hacia él, arrastrando la puerta y entrando.

-Buenos días. – Saludé.

Un chico castaño se escondía tras el mostrador. Sonreí al verle. Era atractivo.

-Buenos días. – Contestó él.
-¿Puedes darme un paquete de tabaco?

Sus pequeñas arrugas salieron en los ojos cuando escuchó a mi inocente boca pronunciar eso.

-¿Tan joven fumando? – Preguntó.

Giré mi cabeza ante la pregunta de ese chico.

-Mmm, ¿sí? – Contesté.

El chico estiró más la sonrisa y dejó ver sus perfectos dientes blancos.

-¿Eres mayor de edad acaso? – Preguntaba de nuevo.
-Claro.
-¿Me permites mirar en el DNI?
-¿Enserio? – Exclamé.
-Es mi deber.

Resoplé ante la mirada perseverante de ese chico. Abrí mi bolso y saqué el monedero donde estaba el DNI. Incliné el monedero para que lo viese y el chico lo tomó.

-_____. – Susurró. – Bonito nombre.
-Gracias, pero vine a…
-Yo soy Liam. – Musitó interrumpiéndome. – Y, ¡Qué casualidad! Tenemos casi la misma edad.
-Mmm, bien. Pero vengo a comprar un paquete de tabaco. – Dije arrebatándole el monedero y regresándolo a mi bolso.

El chico sonrió manteniendo la mirada hacia donde estaba el monedero. Levantó su cabeza y giró la mirada hacia donde estaban todas las marcas.

-¿De qué lo quieres?  
-Del más barato.

El chico señaló con el dedo aparentando leer algo y cogió el paquete de tabaco.

Le tendí el billete encima del mostrador antes de que se demorara más.

Liam se inclinó encima del mostrador a apuntar algo, quizás fuese la venta. Después, abrió la caja registradora sacando el cambio.

-Deberías saber que el tabaco perjudica a la salud. – Me informaba.
-Lo sé. – Contesté mirando como calculaba lo que me debía.
-Yo no fumo, aun que tengo la tentación siempre que vengo a ayudar a mis padres.

Mi gesto era de total pasividad. La vida de ese chico me daba exactamente igual, pero no quería ser grosera con nadie más hoy.

-Aquí tienes, _____. – Dijo.
-Gracias. – Agradecí.

Al fin colocó las vueltas en mis manos y yo las guardé en el bolsillo de mi vaquero.

Una última sonrisa por su parte cuando cogí la bolsa con el paquete de tabaco.

-¿Tienes algo que hacer esta noche? – Preguntó el chico cuando cogí el pomo de la puerta.
-Tengo novio. – Contesté con una sonrisa sarcástica.
-No soy celoso.

Resoplé abandonando el establecimiento, esquivando ese último comentario del chico.

Saqué el paquete de tabaco de la bolsa y rebusqué en mi bolso el mechero. Coloqué un cigarro en mi boca y lo prendí.

Sabía a gloria…

Arrugué la bolsa para tirarla, pero algo cayó de ella.

Me agaché y rodeé el papel con mis manos. Era un número de teléfono debajo de un nombre. “Liam” 

Sonreí cuando lo vi.

Tuve la tentación de tirarlo, pero me dio pena. Decidí guardarlo en la chaqueta y continuar andando hacia el apartamento de Louis.

******

Metí la llave en la ranura de la puerta. La giré y me adentré dentro del piso.

Cerré la puerta tras de mí y me quité la chaqueta para dejarla en el perchero, junto al bolso.

Me dirigí hacia el baño para prepararme un baño calentito. Necesitaba relajarme después de todo.

Abrí la puerta y encendí el grifo dejando correr el agua caliente en la bañera.

-¿Dónde estabas? – Una voz ronca apareció detrás de mí, apoyando las dos manos en el arco de la puerta.

Me incliné recuperando mi postura habitual y miré a los ojos, de nuevo llenos de rabia, de Louis.

-S…olo fui a por tabaco. – Balbuceé.
-¿Por qué debo creerte? – Preguntó Louis.
-Debes, Louis… - Titubeé.

El chico rió sarcástico.

-¿Por qué coño no me avisas? – Insistía.

El insistente tono del chico hacía estremecerme y empezar a plantearme todo lo que Josh me había dicho horas antes.  

-Pensé que no te importaría que bajase a comprar tabaco. - Contesté.
- Pero, ¿Por qué tengo que creerte? – Preguntó.
-Tengo el paquete ahí. – Contesté.

Louis se retiró del arco abriéndome paso y dejando que fuese a mostrarle que tenía el tabaco.

Di pasos hasta llegar a la chaqueta donde antes había guardado el paquete de tabaco. Introduje mi mano y saqué el paquete de tabaco, dejando caer detrás de él el número que me había dado Liam.

Mis ojos se agrandaron y mi pie corrió apresurado a taparlo con la suela para que Louis no lo viese.

-Aquí está… - Balbuceé nerviosa.

El chico dio pasos hacia mí y tomó el paquete de tabaco revisándolo. Tragó saliva y me miró culpable.

-Lo… lo siento. – Musitó él. – No quería ser tan brusco contigo. Es que la idea de…
-La idea de perderme te produce miedo. Lo sé, Louis…

El chico se acercó a mí con sus brazos extendidos. Acepté el abrazo intentando buscarle sentido, pero no lo encontré. Ese chico estaba siendo demasiado obsesivo y protector conmigo. Demasiado.

-Debes confiar más en mí, Louis.
-Lo sé.
-Yo no voy a hacer nada que te pueda hacer daño, jamás se me pasaría por la cabeza.
-Ya lo sé.
-Sólo debes tener un poco más de confianza en…
-¡Qué ya lo sé, joder! 

El grito me intimidó. Sus ojos llenos de rabia de nuevo penetrando a los míos, que a su vez, estaban asustados.

-Te prometo que lo haré… - Musitó susurrando, arrepentido de su comportamiento.

Asentí débilmente con la cabeza.

-Voy a prepararme algo de comer… - Informó dándome de nuevo el paquete de tabaco y alejándose de mí, culpable.

Mi garganta tragó saliva apresuradamente. Me agaché a recoger el papel donde estaba el teléfono de Liam y lo guardé en el bolsillo del pantalón junto al tabaco.

Mi mente ahora conectaba un poco más con el razonamiento. El comportamiento de Louis estaba siendo demasiado protector, obsesivo y desconfiado.

Giré hacia el espejo de al lado del perchero y miré mi silueta. ¿Dónde estaba la chica que era antes? ¿La chica inocente? ¿La chica con libertad y sin droga en su cuerpo? Había desaparecido completamente, y todo gracias o por culpa de alguien: De Louis.


Quizás Josh tuviese razón. Quizás Alison no fuese tan mala amiga y estuviese intentando ayudarme en silencio. Quizás el problema de mi soledad no era culpa de mis padres ni de Alison. Quizás el problema, era yo. 

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martes, 30 de julio de 2013

Capítulo 15.

Llegábamos a la casa de Lou. Los dos estábamos algo bebidos, pero ambos coordinábamos bien.

Sin embargo, mi cabeza seguía aturdida por lo que había pasado algunas horas antes.

¿Por qué Louis me hizo eso? ¿Acaso desconfiaba de mí?

-¿Estás bien? – Preguntó el chico colgando su chaqueta en el perchero.
-Sí. – Contesté.
-Pareces ausente.
-No. Estoy bien.

Mis manos pasaron por mi chaqueta arrastrándola hacia atrás y colocándola en el perchero

-¿Qué has hablado con tu madre? – Preguntó curioso.
-Nada. La dije que no me llamase más. – Contesté.

El chico bajó la mirada y dio la vuelta a su labio inferior encogiéndose de hombros.

-Me voy a dormir. – Musité.
-¿Ya? ¿No vas a ver la tele un rato conmigo?
-Estoy cansada.

Emprendí mi camino hacia la habitación donde estaban todas mis cosas. Estas últimas noches había estado durmiendo en la amplia cama de Louis, pero lo que había pasado horas antes necesitaba ser procesado por mi cabeza antes de volver a compartir cama con ese chico.

Crucé el arco de la puerta y Louis acudió rápidamente a mí.

-¿Dónde vas? – Preguntó.
-A la cama, ya te lo he dicho. – Contesté.

El chico cogió mi cintura y me arrimó hacia él.

-Lo siento por lo de antes… No quería hacerte daño… - Susurraba. – La idea de perderte me produce tanto miedo, ______. Eres diferente. Diferente a todas con las que he estado. Quiero estar contigo para siempre.

Mi ceño fruncido escuchando las palabras que ese chico me decía. Parecía tan afectado por lo que me había hecho… Habría sido sin querer, no podía haberlo hecho aposta.

-Ha sido el alcohol, no he sido yo…

Cogí aire cerrando los ojos. Ese chico hizo que esbozase una leve sonrisa cuando sus labios tocaron mi cuello.

-Yo también te quiero muchísimo, Louis. – Dije.
-Lo sé.

Le di un fuerte abrazo de consolación. Había sido muy dura con él. Sabía que Louis jamás podría hacerme daño, ¿Cómo iba a hacerlo?

-Venga, vamos a la cama. Es tarde.

Louis cogió mi brazo justo por donde mi brazo estaba irritado.

-Au. – Me quejé.
-¿Qué pasa? – Se sobresaltó él.

Resbalé la manga de la camiseta que aún llevaba y observé mi brazo. Un pequeño moratón se notaba donde había apretado tanto Louis. Lo miré asustada y lo cubrí rápidamente.

-Oh, Dios mío. No quería hacerte daño, cielo… Yo…

El chico parecía estar algo asustado. Estaba segura de que él jamás pretendía hacerme daño.

-No te preocupes, Louis. Estoy bien.

El chico sonrió y bajó su mano hasta la mía, arrastrando mi cuerpo hasta su habitación. Ese chico me había convencido de nuevo para que durmiese con él. Era tan… diferente.

******

Unos días más tarde.

-¡Despierta!

Los besos que comenzaron en mi cara comenzaron a bajar por mi cuello, llegando hasta mi pecho. La voz de Louis insistiendo en mi oído para que me despertase.

Abrí cuidadosamente los ojos y le vi sentado en la cama, ahora acariciando mi pelo.

-Dormilona, estoy aquí…

Le vi sonriendo. Sus magníficos ojos azules congeniaban con los míos. Me incorporaré para ponerme a la altura de él y después, le besé.

-Buenos días. – Musité.
-Pensaba que nunca te despertarías. – Dijo él sonriendo.
-Lo has hecho tú. – Contesté con otra gran sonrisa en mi cara.

El chico acariciaba de nuevo mi pelo, como de costumbre. Me confesó que le encantaba.

-Sólo era para decirte que tengo que ir a comprar unas cosas para la moto. No voy a tardar. – Informó.
-¿Quieres que te acompañe?
-No hace falta.
-¿Voy a quedarme aquí sola? – Pregunté frunciendo el ceño.
-Sí, pero no voy a tardar, cielo. Te he dejado el desayuno preparado.

Louis besó mi frente y se puso de pie. Sonriendo, abandonó la habitación y dio pasos hasta llegar a la puerta de salida.

-Hay unas llaves encima del mueble del salón. – Gritó desde el pasillo.

Asentí sutilmente con mi cabeza y escuché la puerta cerrarse.

El simple sonido de un reloj alejado de la habitación era lo que escuchaba.

Retiré las sábanas y emprendí camino hacia la cocina. ¿Qué día sería hoy? Había perdido la noción del tiempo. Hacía varios días que no iba al instituto, tampoco quería ir.

El delicioso olor a dulce hizo que mi estómago comenzase a rugir. Louis me había preparado un delicioso desayuno.

Coloqué la bandeja encima de la mesa de la cocina y retiré la silla para sentarme. Mi cuerpo se sobresaltó antes de aterrizar en ella cuando escuchó el timbre de la puerta.

¡Louis! ¿Qué se le habría olvidado?

Arrastré mis pies hacia el pasillo y abrí la antigua puerta.

-Hola, am…

Mis palabras se cortaron cuando mis ojos se percataron de quien era. No era Louis…

-¿Qué haces aquí? – Pregunté.
-¿Puedo pasar?
-No, no. Lárgate, Josh.
-Te dije que por las buenas o por las malas. Tú lo has querido.
-Lárgate de aquí, Louis puede venir en cualquier momento.
-No, no vendrá. Se acaba de ir. Le he visto montarse en su moto.

El chico pasó por mi lado a la casa. Mi mirada le siguió y vio como su cuerpo se introducía en la cocina.

-Josh, por favor, vete… No quiero tener problemas.
-No los tendrás. Un mocoso como ese a mí no me hará nada. – Dijo mirando toda la cocina.
-Es peligroso.

Josh esbozó una carcajada.

-¿Cuánto de peligroso? ¿Cómo Hulk? – Añadió.
-No estoy de broma, tío.

Mi cuerpo se situó delante de él y subí la mirada para dar con la suya.

-Lárgate. – Insistí.
-Tu madre llegó anoche a tu casa. Se ha encontrado con una carta de unas cuantas faltas de asistencia en el instituto, con la vecina diciéndole que no habías aparecido por casa en toda la semana y con una hija medio alcohólica que se ha ido a vivir con un tío, como ella misma juzga, peligroso. ¡Guau!
-¿Cómo coño sabes todo eso? Y, ¿Cómo has llegado hasta aquí?
-Tengo mis contactos. – Musitó dando un pequeño toquecito a mi nariz.
-Como no te largues pienso llamar a Louis y decirle que estás aquí.
-Llámale. Vamos. No le tengo ningún miedo.
-¿Quieres ver como soy capaz de llamarle? – Amenacé.
-Quiero verlo.

Resoplé cuando vi que ese chico no cedería. Parecía tener por seguro que no le llamaría, y no lo haría.

-Sólo quiero que me escuches, _____. Sólo dos minutos y me iré.
-¿Y te irás?
-Me iré. – Confirmó él.

Resoplé cerrando los ojos y acepté con la cabeza.

-Si esperas un segundo…
-Claro.

Atravesé la cocina y caminé por el pasillo hasta llegar a mi habitación, donde rebusqué en el armario algo que ponerme para largarme de aquí cuanto antes y sacarle de aquí.

Encontré unos pantalones vaqueros claros, los cuales ni siquiera se me había pasado por la cabeza ponerme cuando llegué aquí. La ropa que había usado era tan… oscura. Tan diferente a la mía… Yo era difrente completamente. Había cambiado tantísimo.

Deslicé mis pantalones hasta el suelo y encajé mis piernas en los nuevos. Ahora levanté la camiseta y la tiré en la cama.

-Oye, una pregunt… - El chico apareció por la puerta, justo en el momento más inoportuno.
-¡Josh! – Exclamé tapándome con los brazos el pecho.

Su mirada continuaba observando mi cuerpo que, de cintura para arriba, solo era cubierto por mi sujetador blanco. Su sonrisa se dibujaba en el rostro, pero no quitaba la mirada.

-¿Quieres largarte? – Insistía.

Sin embargo, su sonrisa se apartó cuando se acercó a mí. Mi cuerpo se echó hacia atrás intentando esquivarle.

-Tranquila. No te voy a hacer nada. – Musitó.

Su mano se extendió para pasar sus finos dedos por el leve moratón que, aun que ya era débil, se notaba en mi brazo.

-¿Quién te ha hecho esto? – Preguntó.
-Nadie. – Contesté.
-Dímelo.
-Te he dicho que nadie, joder.

El chico quitó su mano del moratón y dio unos pasos hacia atrás.

Su imagen congelada en mis brazos mientras yo cogía la camiseta y la ponía en mi torso.

-Te espero en la cocina… - Musitó Josh.

El chico salió algo confuso de mi habitación. Yo relajando mi respiración intentando cuadrar bien la camiseta en mi cuerpo.

Mis ojos estaban cerrados, presionados por lo que acababa de pasar. Ahora sí que no me quitaría al psicólogo de encima…

Salí de la habitación y me dirigí a la cocina, donde estaba sentado él. Había encendido la televisión y estaba concentrado mirándola.

-¿Qué querías preguntarme? – Musité.
-Que como se cambiaba de canal… - Dijo él, débilmente. – Pero ya lo descubrí.
-Bien… ¿Nos vamos? –Propuse.
-____, ¿Eso te lo hizo él?
-¿El qué?
-Eso. Lo del brazo.
-¡¿Estás loco?! ¿Por qué clase de novio le tomas? Él jamás sería capaz de hacerme algo parecido.
-Mírame.

Su mano se posó debajo de mi barbilla e inclinó mi mirada hacia la suya.

-Dime que es mentira mirándome a los ojos.

Le miraba con miedo. Él era psicólogo. Me iba a pillar en la mentira. Pero no podía…

-Vamos a tomar un café. – Dije esquivando su insistente propuesta.

-No. – Negó él subiendo de nuevo mi cara. –  Dímelo. ¿Te ha hecho Louis eso del brazo? 


lunes, 29 de julio de 2013

Capítulo 14.

De nuevo el sonido de esas motos y la tenue luz en aquel rincón. No sé cuantas veces habría visitado aquel sitio ya, pero las suficientes como para que el rugido de las motos ya no intimidase en mi interior.

Louis y yo acabábamos de bajarnos de la suya.  El chico quitó las llaves de ella y la dejó aparcada donde siempre. Guardó sus llaves en el bolsillo y acudió hasta donde yo le estaba esperando, para darme la mano.

Ambos comenzamos a andar. Mis vaqueros ceñidos negros acompañaban a mis piernas. La chaqueta de cuero aún decoraba mi cuerpo.

Nuestros dedos entrelazados. Empezamos a andar hacia el círculo donde estaría todo el mundo. Su mano apretando sumamente fuerte la mía.

La mirada de la gente estaba clavada en nosotros. Las chicas cuchicheaban envidiosas y los chicos babeaban a nuestro paso.

¿Por qué a todo el mundo le causó tanta sensación que Louis llegase con una chica? Mi ceño fruncido continuó acompañando a los pasos de Louis durante todo el rato.

-¿Por qué nos miran así? – Pregunté mientras caminábamos.
-No están acostumbrados a que salga con chicas. – Contestó.
-¿Nunca has tenido novia?
-Sí. Pero no la traía a menudo aquí.
-¿Y por qué a mí sí?

El chico sonrió mientras relajó el paso. Bajó su mirada para dar con la mía gracias a la diferencia de altura.

-Porque tú eres especial. – Susurró. - Todas ellas te tienen envidia, y todos ellos se matarían por tenerte esta noche en su cama.

Las palabras que estaba pronunciando Louis no las entendía por completo. ¿Por qué iban a matarse?

-Pero tú eres mía. – Susurró inclinándose hacia mi oído. – Sólo mía.

Asentí con la cabeza algo aturdida y con una falsa sonrisa.

No entendía por qué todos esos chicos querrían estar conmigo, ni por qué todas esas chicas querrían ser yo. Louis detrás de esa fachada de chico malo y chico imponente, era dulce, atento, cuidadoso… Y algo posesivo.

Llegamos al círculo y todo el mundo fue a saludar a Louis, mientras yo me quedé algo al margen.

Las manos de los chicos chocaban con las de él mientras su sonrisa era amplia y sus ojos permanecían en un gesto amable.

-Hola. – Musitó alguien.

Giré mi cabeza en el sentido de esa voz y mi mirada dio con una chica de estatura mediana, los ojos los tenía ojos marrones, quizás fuesen un poco más claros, pero la tenue luz impedía saberlo con certeza. Su pelo era largo, liso y castaño, con algunos mechones castaño claro. Sobre su frente caía un peinado flequillo hacia el lado. Vestía con un jersey negro y con unos vaqueros azul marino. Sus pies eran decorados por unas botas también negras.

-Soy Silvia. - Añadió mientras yo continuaba examinándola con la mirada.
-Hola. – Titubeé. – Yo soy _____.
-¿Eres la novia de Louis? – Preguntó sin ningún tipo de adorno.

Asentí con la cabeza arrugando la frente.

-Guau, tenían razón.

Esa chica parecía tener algo de inocencia en su aparente físico de malota.

-¿Quién tenían razón? – Pregunté curiosa.
-Mis amigas el otro día te vieron besarle. No me creía que Tommo tuviese novia. Es tan…
-¿Tan…?
-Olvídalo. ¿Te hace feliz?
-Claro.
-Entonces, olvida todo.

Negué con la cabeza con un gesto de incredulidad mientras esa chica daba un largo trago a ese vaso que tenía en sus manos.

-¿Quieres que te presente a mis amigas? Parece que Louis está ocupado… - Me sugirió.
-Claro. – Acepté.

La chica sonrió y indicó con su cabeza la dirección. Comenzó a andar y yo apresuré mi paso para no perderla.

Tras unos dos minutos esquivando gente, llegamos junto a una chica que vestía con un estilo semejante al de Silvia. Cuando ésta se giró, me percaté de que era Judith, la novia de Adam.

-¿Y las demás? – Preguntó Silvia.
-Se han ido con a zorrear… - Musitó desganada.

Su mirada dio con la mía. Parecía no acordarse de mí durante unos segundos, pero luego se percató y su cara cambió a un gesto de sorpresa.

-¡____! – Exclamó. - ¿Eres tú? ¡Parece mentira! El otro día ibas con otro estilo diferente. Este pega más con este sitio, nena.
-Hola, Judith. – Musité ignorando todo lo demás que había añadido.
-¿Os conocéis? – Preguntó Silvia.
-Sí, hablamos el otro día. – Contestó Judith.
-Teníais razón. – Añadió Silvia. – Ella es la novia de Louis.
-¡Yo ya lo sabía! – Exclamó de nuevo Judith. - Es un buen perfil para Louis, ¿no crees?

Silvia asintió riéndose junto a Judith. Yo, sonreí uniéndome, aun que no estaba atendiendo con todos mis sentidos a la conversación. En mi cabeza continuaba una duda: ¿Por qué se habría sorprendido tanto Silvia cuando le dije que era la novia de Louis?

-¿Quieres?

Judith hizo que abandonase un momento mi burbuja. La chica tenía en su mano una pastilla. Fruncí el ceño y negué con la cabeza decidida. Podía beber y fumar, pero jamás tomaría pastillas. Jamás.

-¿Enserio? – Replicaba la chica. – Pareces preocupada, no pasará nada.
-No, de verdad. Gracias.
-Bien, pues al menos toma.

La chica cogió un vaso de plástico de la mesa de detrás de ella y echó vino en él.

Su brazo se extendió y yo rodeé el vaso con mis manos.

-Gracias. – Agradecí mientras daba tragos largos.

La verdad me hacía falta beber algo, estaba sedienta. Mi mente estaba tan aturdida que me estaba empezando a doler la cabeza.

-Creo que te están llamando. – Pronunció Silvia señalándome el bolsillo del pantalón.

La pantalla de mi móvil estaba encendiéndose y apagándose, anunciando que alguien estaba intentando contactar conmigo. Seguramente fuese mi madre insistiendo otra vez para que le cogiese el móvil.

-¿No vas a contestar? – Insistió la chica.
-Será mi madre. – Contesté.
-¡Vamos! Cógelo. Quizás te necesite.

Cogí aire e introduje mi mano en el bolsillo tan pegado a mi pierna. Me retiré algo de esa aglomeración de gente y llegué a un lugar donde ellas no me vieran colgar el teléfono.

Miré la pantalla y me ya había colgado. Me sorprendí cuando vi tantas llamadas perdidas. Mi estómago dio un pinchazo y la imagen de mi madre llorando apareció como un flash en mi mente. De nuevo llamaba. Quizás debería cogérselo.

Solté el vaso encima de un muro y arrastré el dedo sobre la pantalla para contestar la llamada.

-¿Sí? – Balbuceé.
-¿Dónde estabas, _____? Te he llamado muchísimas veces. – Exclamaba mi madre desesperada. – Pensaba que te había pasado algo.
-Estoy bien. – Contesté seria y seca.

Un silencio incómodo mientras mi madre recobraba el aliento.

Tragué saliva replanteándome si preguntarla por su estado de ánimo, pero descarté la idea. No se merecía que me preocupase por ella.

-¿Dónde estás? Se oye mucho jaleo. ¿Estás con Alison?

Reí sarcásticamente. Claro, ella no sabía nada.

-Estoy con mi novio, mamá.
-¿Novio? ¿De qué hablas?
-Ha sido la única persona que no me ha abandonado. Todos los demás lo habéis hecho.
-¿Has bebido? ¡Tu voz no eres así!
-Yo no era así, mamá. Pero no me habéis dado más opciones. Mi vida ahora está bien.
-¿Estás loca? ¿Dónde coño estás metida, _____? – Exclamaba casi saliéndose de sí.
-Adiós, mamá. No me vuelvas a llamar, por favor.

Tragué saliva con lágrimas en los ojos y colgué el móvil despacio. Mi mano apagándolo y metiéndolo en el bolsillo cuidadosamente.

Mis manos pasaron por mi rostro retirando las lágrimas. Rabia invadía mi cuerpo. No debería de haberla contestado, todo estaba bien. ¡Joder! Ahora me había jodido.

Mi pierna dio una patada al muro descargando con fuerza mi rabia.

-¡_____! – Gritaron detrás de mí.

Mi cabeza fue en dirección al grito. Un cuerpo se apresuraba rápidamente hacia mí.

Era Louis y su gesto no era exactamente de amabilidad.

-¡Louis! Te necesito…

El chico ignoró mi delicado estado y cogió con fuerza mi brazo empotrándome contra el muro.

Mi respiración se congeló cuando su cara mostraba rabia.

-¿Dónde coño estabas? – Preguntó bruscamente. - ¿Y con quién coño hablabas? ¡Te he estado buscando por todos los sitios y no había ni rastro de ti!

Mis ojos abiertos, llenos de lágrimas  y mi corazón latiendo deprisa. Mi cuerpo temblaba debido a la reacción tan dura que estaba recibiendo de Louis.

-¡Dime! – Insistía.

Continuaba empotrada contra el muro donde minutos antes mi pie fue a parar.

-Louis, tranquilo… - Pronunciaba asustada.
-¿Estabas ligando con otro? ¿O estabas hablando con el inútil de esta mañana?
-Louis, me haces daño.
-¡Contesta! – Gritaba.
-¡Louis, joder! Me estás haciendo daño.

Mis lágrimas resbalaban aún por mi cara. El chico soltó lentamente mi brazo y mi respiración y palpitaciones volvieron a su ritmo normal.

El chico me miró arrepentido, incluso las pupilas de sus ojos volvieron a su tamaño normal.

-Lo… lo siento, no quería… - Se disculpó.
-Me fui con una chica que conocí, Silvia. – Titubeé. – Y estaba hablando con mi madre…

Mi voz temblaba gracias a la tensa situación que había vivido con Louis.

El chico me abrazó cuando escuchó pronunciar a mi boca eso. Por una vez no sentí protección en uno de sus abrazos. Mi cuerpo contenía el miedo de su violenta reacción.

Louis sujetaba mi cara pegando su frente con la mía. Sus ojos miraban a los míos.

-No te vayas de nuevo de mi lado sin avisarme, ¿Vale? Me he asustado. – Pronunciaba. – No me permitiría perderte. Te quiero demasiado como para eso.


Tragaba constante saliva. Asentí con la cabeza a la petición de Louis. Ahora, mi cabeza intentaba a asociarlo al alcohol que el chico había ingerido. Él nunca me haría daño. No podría…

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