El chico permanecía mirándome a los ojos intentando sacar alguna palabra
de mi muda boca. Mis ojos pestañeaban rápidamente para evitar que las lágrimas
empezasen a salir a través de ellos.
-¿_____? – Replicó.
-No. – Contesté. –No ha sido él.
Bajé mi cara conteniendo aún más
fuerte mis lágrimas. El chico soltó aire por la boca no satisfecho por mi
respuesta.
-Entonces, dime. ¿Cómo te has hecho eso? – Insistía.
-Un golpe.
El chico rió sarcástico. Era obvio que no creía lo que le decía, ni
siquiera yo lo hacía.
-Ahora entiendo porque me dijiste que ese chico era peligroso. – Musitó.
-¿Qué insinúas? ¿Enserio crees que pienso que Louis es peligroso
conmigo? ¡¿Acaso piensas que de verdad él podría a llegar a hacerme daño?! Ha
sido la única persona que me ha acogido, que me ha abrazado cuando le
necesitaba y que ha sabido sacarme sonrisas en estos días. ¿Enserio crees que
él podría llegar a hacerme algo?
-Las marcas hablan por sí solas.
-Oh, Dios mío. Vale, Josh. Creo
que todo está dicho. Vete de aquí.
-No.
-¡Sí! – Grité. – Y como no te vayas pienso llamar, ya no a Louis, sino a
la policía. Métete en la cabeza que no necesito ni tú ayuda ni la de nadie. Yo
soy feliz así, mi vida está bien así. Ojalá hubiese encontrado a Louis antes y
me hubiera dado cuenta de todo.
Empujé el grande cuerpo de ese chico hasta la entrada. Él no hacía mucha
fuerza y se dejaba llevar por mis costosos empujones.
Tiré del pomo y abrí la puerta expulsándolo al portal.
-¿No vas a ir a ver a tu madre? – Pronunció cuando iba a dar un portazo.
-¿Qué más te da?
-Te necesita más que nunca. Estoy seguro que ella te ayudaría más que
ese chaval que solo sabe ofrecerte drogas y tabaco para que te olvides de las
cosas.
-Mi madre me abandonó cuando más la necesitaba y eso no se lo pienso
perdonar. Y mucho menos a mi padre.
-¿Sabes lo peor, nena? Que en cuanto Louis encuentre a una tía que le
llene más que tú, a ti te va a echar y te va a dejar sola, porque cuando eso
ocurra, quizás sea cuando de verdad te veas sola. Porque aun que creas que
Alison, tu profesor, yo, no te queremos ayudar, estás equivocada. Muy
equivocada.
-¡Cállate! – Grité. – Louis nunca me va a abandonar. Louis me quiere. Me
adora. Él me lo ha dicho.
-¡Sí! – Gritó el chico. – Una persona que te hace eso en el brazo tiene
que amar con todo su corazón
Le miré por una vez más a sus ojos azules intentando transmitirme algo
de razonamiento, pero yo le esquivé.
El silencio entre nosotros dos mientras nuestras miradas seguían juntas.
-Pienso salvarte de Louis, _____. Por las buenas o por las malas.
Arrastré la puerta hasta que se cerró fuertemente después de escuchar al
chico decir eso.
Miré al techo dejando expulsar por fin las lágrimas de mis ojos. No
debería haber abierto la puerta. No ahora.
Busqué por toda la casa un paquete de tabaco. Necesitaba ahora un cigarro.
Estaba en un estado de nerviosismo el cual necesitaba saciar.
Louis se debería de haber llevado todo, no había rastro ni de un solo
cigarro, solo de un mechero a medio acabar.
Suspiré e intenté calmarme intentando procesar toda la información que
me había lanzado ese chico. Mi cabeza cuadraba todo aquello incluso admitía que
el chico tenía algo de razón, pero no me quería dar cuenta de la cruda
realidad. No me quería dar cuenta de que en cualquier momento podría venir
alguien que hiciese sentir más que yo a Louis y olvidarme, abandonarme, dejarme…
Me adentré en el salón cogiendo las llaves que me había indicado antes Louis,
y un billete de diez de donde él guardaba el dinero que ganaba en sus
trapicheos. Después, arrastré mis pasos hasta el pasillo y coloqué la chaqueta
de cuero en mi cuerpo, cogiendo mi bolso y abriendo la puerta, abandonando el
piso.
Bajé las escaleras tan siniestras apresuradamente. Atravesé el portal y
salí al exterior. El día estaba nublado, la gente parecía estar arropándose con su ropa, pues el frío amenazaba cada día más.
Miré a ambos lados de la calle e intenté situarme para llegar por mí
sola al estanco donde siempre Louis compraba tabaco.
Respiré el frío aire y dejé que mis intoxicados pulmones cogieran algo
de éste para tranquilizarme.
Emprendí camino cuando recordé por donde tenía que ir.
Mis pasos eran débiles pero apresurados. No entendía por qué ese tal
Josh estaba tan empeñado en salvarme de Louis. Ese chico solo era peligroso con
la demás gente. A mí jamás me haría daño. Jamás.
Al fin avisté el establecimiento y dirigí mi cuerpo hacia él,
arrastrando la puerta y entrando.
-Buenos días. – Saludé.
Un chico castaño se escondía tras el mostrador. Sonreí al verle. Era
atractivo.
-Buenos días. – Contestó él.
-¿Puedes darme un paquete de tabaco?
Sus pequeñas arrugas salieron en los ojos cuando escuchó a mi inocente
boca pronunciar eso.
-¿Tan joven fumando? – Preguntó.
Giré mi cabeza ante la pregunta de ese chico.
-Mmm, ¿sí? – Contesté.
El chico estiró más la sonrisa y dejó ver sus perfectos dientes blancos.
-¿Eres mayor de edad acaso? – Preguntaba de nuevo.
-Claro.
-¿Me permites mirar en el DNI?
-¿Enserio? – Exclamé.
-Es mi deber.
Resoplé ante la mirada perseverante de ese chico. Abrí mi bolso y saqué
el monedero donde estaba el DNI. Incliné el monedero para que lo viese y el
chico lo tomó.
-_____. – Susurró. – Bonito nombre.
-Gracias, pero vine a…
-Yo soy Liam. – Musitó interrumpiéndome. – Y, ¡Qué casualidad! Tenemos
casi la misma edad.
-Mmm, bien. Pero vengo a comprar un paquete de tabaco. – Dije arrebatándole
el monedero y regresándolo a mi bolso.
El chico sonrió manteniendo la mirada hacia donde estaba el monedero.
Levantó su cabeza y giró la mirada hacia donde estaban todas las marcas.
-¿De qué lo quieres?
-Del más barato.
El chico señaló con el dedo aparentando leer algo y cogió el paquete de
tabaco.
Le tendí el billete encima del mostrador antes de que se demorara más.
Liam se inclinó encima del mostrador a apuntar algo, quizás fuese la
venta. Después, abrió la caja registradora sacando el cambio.
-Deberías saber que el tabaco perjudica a la salud. – Me informaba.
-Lo sé. – Contesté mirando como calculaba lo que me debía.
-Yo no fumo, aun que tengo la tentación siempre que vengo a ayudar a mis
padres.
Mi gesto era de total pasividad. La vida de ese chico me daba
exactamente igual, pero no quería ser grosera con nadie más hoy.
-Aquí tienes, _____. – Dijo.
-Gracias. – Agradecí.
Al fin colocó las vueltas en mis manos y yo las guardé en el bolsillo de
mi vaquero.
Una última sonrisa por su parte cuando cogí la bolsa con el paquete de
tabaco.
-¿Tienes algo que hacer esta noche? – Preguntó el chico cuando cogí el
pomo de la puerta.
-Tengo novio. – Contesté con una sonrisa sarcástica.
-No soy celoso.
Resoplé abandonando el establecimiento, esquivando ese último comentario
del chico.
Saqué el paquete de tabaco de la bolsa y rebusqué en mi bolso el mechero.
Coloqué un cigarro en mi boca y lo prendí.
Sabía a gloria…
Arrugué la bolsa para tirarla, pero algo cayó de ella.
Me agaché y rodeé el papel con mis manos. Era un número de teléfono
debajo de un nombre. “Liam”
Sonreí cuando lo vi.
Tuve la tentación de tirarlo, pero me dio pena. Decidí guardarlo en la
chaqueta y continuar andando hacia el apartamento de Louis.
******
Metí la llave en la ranura de la puerta. La giré y me adentré dentro del
piso.
Cerré la puerta tras de mí y me quité la chaqueta para dejarla en el
perchero, junto al bolso.
Me dirigí hacia el baño para prepararme un baño calentito. Necesitaba
relajarme después de todo.
Abrí la puerta y encendí el grifo dejando correr el agua caliente en la
bañera.
-¿Dónde estabas? – Una voz ronca apareció detrás de mí, apoyando
las dos manos en el arco de la puerta.
Me incliné recuperando mi postura habitual y miré a los ojos, de nuevo
llenos de rabia, de Louis.
-S…olo fui a por tabaco. – Balbuceé.
-¿Por qué debo creerte? – Preguntó Louis.
-Debes, Louis… - Titubeé.
El chico rió sarcástico.
-¿Por qué coño no me avisas? – Insistía.
El insistente tono del chico hacía estremecerme y empezar a
plantearme todo lo que Josh me había dicho horas antes.
-Pensé que no te importaría que bajase a comprar tabaco. - Contesté.
- Pero, ¿Por qué tengo que creerte? – Preguntó.
-Tengo el paquete ahí. – Contesté.
Louis se retiró del arco abriéndome paso y dejando que fuese a mostrarle
que tenía el tabaco.
Di pasos hasta llegar a la chaqueta donde antes había guardado el
paquete de tabaco. Introduje mi mano y saqué el paquete de tabaco, dejando caer
detrás de él el número que me había dado Liam.
Mis ojos se agrandaron y mi pie corrió apresurado a taparlo con la suela para que Louis no lo viese.
-Aquí está… - Balbuceé nerviosa.
El chico dio pasos hacia mí y tomó el paquete de tabaco revisándolo. Tragó
saliva y me miró culpable.
-Lo… lo siento. – Musitó él. – No quería ser tan brusco contigo. Es que
la idea de…
-La idea de perderme te produce miedo. Lo sé, Louis…
El chico se acercó a mí con sus brazos extendidos. Acepté el abrazo
intentando buscarle sentido, pero no lo encontré. Ese chico estaba siendo
demasiado obsesivo y protector conmigo. Demasiado.
-Debes confiar más en mí, Louis.
-Lo sé.
-Yo no voy a hacer nada que te pueda hacer daño, jamás se me pasaría por
la cabeza.
-Ya lo sé.
-Sólo debes tener un poco más de confianza en…
-¡Qué ya lo sé, joder!
El grito me intimidó. Sus ojos llenos de rabia de nuevo
penetrando a los míos, que a su vez, estaban asustados.
-Te prometo que lo haré… - Musitó susurrando, arrepentido de su comportamiento.
Asentí débilmente con la cabeza.
-Voy a prepararme algo de comer… - Informó dándome de nuevo el paquete
de tabaco y alejándose de mí, culpable.
Mi garganta tragó saliva apresuradamente. Me agaché a recoger el papel
donde estaba el teléfono de Liam y lo guardé en el bolsillo del pantalón junto
al tabaco.
Mi mente ahora conectaba un poco más con el razonamiento. El
comportamiento de Louis estaba siendo demasiado protector, obsesivo y
desconfiado.
Giré hacia el espejo de al lado del perchero y miré mi silueta. ¿Dónde
estaba la chica que era antes? ¿La chica inocente? ¿La chica con libertad y sin
droga en su cuerpo? Había desaparecido completamente, y todo gracias o por
culpa de alguien: De Louis.
Quizás Josh tuviese razón. Quizás Alison no fuese tan mala amiga y
estuviese intentando ayudarme en silencio. Quizás el problema de mi soledad no
era culpa de mis padres ni de Alison. Quizás el problema, era yo.
PD. ¡Espero que os haya gustado el capítulo, Nerrys! Venía a deciros que he pensado que para amenizar más los capítulos y tener más contacto con vosotras, que dedicaré cada capítulo a una de mis Nerrys. Así que, os agradecería que me dejáiseis un comentario debajo con vuestro twitter/blog, o si tenéis alguna novela, el link donde la tenéis (Si puede ser, el twitter más vuestra novela) si queréis que os dedique algún capítulo, o también podéis decírmelo por twitter y así aprovecho también para promocionaros. Si no tenéis novela y simplemente queréis que os lo dedique, sólo ponerme vuestro twitter o avisarme por ahí que queréis que os lo dedique ¿Qué os parece? A mí me encantaría, así tengo más contacto con mis Nerrys. Un besazo!