Narra ______
Corría por
la calle del parking. Tenía impotencia e ingenuidad en mi cabeza como la cosa
que más destacaba. ¿Cómo habría llegado a ese extremo Josh?
Seguí la dirección de donde provenían los gritos
minutos antes. Todo cuadraba mejor cuando empecé a asociar cosas en el camino.
Llegué
paralela a un callejón y vi que un hombre estaba metiéndose en un coche blanco,
un Audi. Me sobrecogí cuando observé que estaban tirando a Louis al suelo y
repartiéndole dolorosas patadas en todo el cuerpo.
Mis manos se
fueron inmediatamente a la boca y la tapó para no hacer mucho ruido. Louis no
estaba haciendo nada. Sólo se cubría con los brazos la parte de cuerpo que le
permitían, y quizás pediría a quien fuese que le protegiese de no llegar a ser
más que patadas contra él.
Estaba
aterrorizada y congelada. No sabía cómo reaccionar, pero tenía que hacer algo
si no quería que terminasen matando a patadas a Louis.
Cerré los
ojos y me recargué de fuerzas. Caminé apresuradamente hasta los hombres, que
parecían divertidos haciendo daño a Louis, quien se encontraba con un gesto de
dolor en la cara y acurrucado sobre él, quizás sin saber siquiera lo que
pasaba.
-¡Dejadle! –
Grité, con la voz rajada.
Los dos
hombres cesaron de darle patadas y me miraron. Segundos después, me revisaron
de arriba abajo y sonrieron. Sus miradas coincidieron y, ahora, sonreían
cómplices.
-Hola,
jovencita. – Musitó uno. - ¿Podemos ayudarte?
Uno de ellos
era moreno y otro era rubio. Los dos estaban fijando la mirada en mí. Estaba
cada vez más asustada, pero al menos había evitado que sus patadas continuasen
aterrizando en el costado de Louis.
-D-dejadle.
– Dije casi rogando.
El rubio
rodeó al cuerpo, retorciéndose del dolor de Louis y vino hacia mí.
-¿Quién
eres? – Preguntó, poniéndose enfrente de mí.
-Dejadle. –
Dije de nuevo en un tono de exigencia.
El hombre
rubio sonrió y miró para otro lado, sorprendido que alguien como yo le
estuviese dando órdenes a un hombre que estaba repartiendo una paliza en plena
calle.
-¿Eres su
novia? ¡Vaya! Creo que esto a Matthew le interesará. – Exclamó.
Chistó en
dirección al hombre moreno y le sonrió.
-¿Qué
hacemos? – Preguntó.
El moreno se
encogió de hombros y le dio una patada más fuerte a Louis en la espalda.
-¿Le quieres
dejar en paz, cabrón?
Mi grito
retumbó en la silenciosa calle. Mi fuerza se subió hasta mi cabeza y quise ir
hacia donde estaba Louis tumbado en el suelo.
Choqué con
el hombro del rubio y me cogió por mis brazos delgados.
-Eh, nena. –
Me susurró. – Mejor será que seas obediente con nosotros.
Mi mirada se
frunció de rabia y le miraba desde la poca distancia, mandándole todo el odio
que mi cuerpo me permitía.
-Vosotros
dos tanto como vuestro jefecillo sois repugnantes. Odiosos. Unos sin
vida que comen pegando a gente, incluso matando.
El chico me
miró casi rabioso y, después de unos segundos, se le creó una media sonrisa.
Sus manos
soltaron mis brazos e hizo sonar sus nudillos, juntando las manos y
estirándolas detrás de la espalda.
Mis labios
empezaban a temblar porque la mirada del hombre ya no era tan generosa. Pero yo
no me achantaría. No hasta que soltasen a Louis.
El puño del
hombre aterrizó en mi mentón tan fuerte que contacté fuertemente con el suelo.
Mis lágrimas salían disparadas por el fuerte impacto y mi mano fue a calmar el
dolor que me había producido el duro puño.
-¡Hijo de
puta! – Grité.
Miré hacia
la dirección de Louis. El hombre moreno le había abandonado y ahora ambos
estaban en frente de mí, mirando como estaba tumbada en el suelo, incorporada
de cintura para arriba. Al menos
había conseguido que le dejasen en paz.
-¿Qué te
pasa, preciosa? – Preguntó ahora el moreno. - ¿Te lo pasabas bien?
Sacudí la
cabeza mientras trataba de tranquilizarme.
Miré como
Louis hacía fuerzas con los brazos en el asfalto para levantarse, y, segundos
después, de nuevo aterrizó en el asfalto.
La pena me
invadía. Necesitaba ayudarle, ¿Y si de verdad le podía pasar algo grave? ¿Y si
le habían hecho daño? Le habían repartido muchas patadas.
Me
tranquilicé y me puse de pie. Los dos me miraron sorprendidos, y ambos me
rodearon.
-¿Dónde
crees que vas? – Preguntó uno de ellos.
-¿Qué coño
os ha dicho Josh?
-Josh nada,
preciosa. – Informó el rubio. – Ha sido Matthew el que nos da órdenes.
-Dejadle. –
Dije, pronunciando bien y acariciando mi mentón, el cual me dolía. - ¡Dejadle
joder! Sois unos malditos cabrones.
El moreno
posó su dedo índice en mi boca y lo bajó perfilando la mandíbula.
-¿Qué te
parece si nos divertimos un ratito con ella? – Preguntó.
Mi gesto se
sorprendió y yo negué con la cabeza. Por un segundo, el dolor quedó en un
segundo plano.
El rubio
asintió con la cabeza, y acto seguido, se abalanzó sobre mis manos para
cruzarlas y ponerlas detrás de mi espalda. Las agarraba con tanta fuerza que me
hacía hasta daño.
El moreno de
nuevo perfilaba mi rostro y me revolví entre los brazos del rubio para que me
soltase, pero fue imposible. Su cuerpo era demasiado grande para competir
contra él.
-Llévala al
coche. – Exigió el moreno.
El rubio me
di un pequeño empujón a medida que mi corazón apresuraba su latido. Estaba asustada. Demasiado.
-¡Suéltame!
– Gritaba.
-No, nena.
Esto te pasa por meterte en asuntos que no te incumben.
El chico se
acercó a un coche que estaba aparcado a diez metros de donde se encontraba el
otro chico con Louis. El rubio lo abrió.
-Métete. –
Me exigió.
-¡No! – Me
negué. - ¡Por favor! No me hagas daño. Por favor, suéltame.
El chico rió
sarcásticamente y sacudió la cabeza.
-Métete.
-No.
-¡Que te
metas, joder!
El chico
tiró de mi pelo para que le obedeciese y me metí dentro del coche. Ahora solo
pensaba en cómo escapar. ¿Qué me harían sino? ¿Qué podrían llegar a hacer? ¿También estaría yo en sus planes?
Miraba
nerviosa el coche, que era de color beige por dentro. Mis piernas temblaban y
me abalancé sobre la puerta de mi izquierda para salir de ella, pero el chico
rápidamente cogió mi pie. Aproveché para darle con el talón en la entrepierna.
El hombre se retorció de dolor y se tiró al suelo.
Me dirigí a
la puerta izquierda y le abrí, saliendo de él. Rodeé el coche y, después, de
nuevo me puse al lado del hombre del cuerpo y le repartí unas cuantas patadas
más para asegurarme que me daría tiempo a encargarme del otro hombre. Hasta que
no le vi retorciéndose de dolor y rogándome que parase, no paré.
Me alejé un
poco de él y, tras escupirle en la cara, me dirigí hacia donde estaba el cuerpo
de Louis junto a la mochila de ropa.
Un fuerte
sonido me sobresaltó. La cabeza del chico era una auténtica marioneta. Los
puños de ambas manos repartían puñetazos sobre el rostro.
Me coloqué
detrás de la escena y, antes de gritar, miré detrás del cuerpo guiado por
fuertes y estrictos golpes.
Una cara con
golpes y puñetazos, un cuerpo débil y casi sin fuerzas, y una mandíbula
apretada. Ojos azules pero casi negros y rabia, mucha rabia. Sus dientes
estaban apretados visiblemente y estaba concentrado en lo que hacía. De nuevo
unos mechones de pelo le caían por la frente, recordándome al pasado.
Louis estaba
subido encima del cuerpo del hombre, el que estaba tendido encima del asfalto,
dejándose llevar por los fuertes golpes de Louis.
Mi
respiración era agitada y me invadí de recuerdos de aquella fría noche cuando
Louis le estaba repartiendo la paliza tan increíblemente fuerte a Liam. Fue lo
único que se me vino a la cabeza.
Miraba casi
sin poder articular palabra.
-¡Para! – Le
pedí.
El chico me
hizo caso omiso y continuó aterrizando sus puños de forma violenta sobre el
hombre.
-¡Louis! –
Exclamé.
No me hizo
caso.
Me subí a su
espalda para evitar que siguiese ofreciéndole golpes, temiendo que quizás
recibiese una mala contestación física a ese acto.
-¡Louis!
¡Cómo no pares le vas a matar!
El chico
paró sobrecogido por mis fuertes ruegos. Miró al hombre que continuaba tendido
en el suelo.
-¡Joder, ya
estoy bien! ¿No me ves? – Dije.
Louis se
retiró corriendo de él y yo le miré asustada.
Me agaché
corriendo al cuerpo. Mi dedo índice y corazón, se posaron en su cuello
buscándole pulsaciones.
Mientras
Louis limpiaba su boca con la manga de la chaqueta.
Mi cuerpo se
tranquilizó cuando le encontró esas pulsaciones al hombre. Me puse de
pie y me acerqué a él.
-¿Qué coño
ha pasado? – Pregunté.
El chico
resbaló en el aire y aterrizó su cuerpo en el asfalto, exhausto y dolorido.
Miré hacia
la dirección donde estaba su bolsa de ropa y vi el cuerpo del moreno tendido al
lado de él.
Me bajé de
rodillas y tomé la misma distancia que él, que encogió sus rodillas y las rodeó
con sus brazos.
-No… no lo
sé. – Balbuceó.
-Dios mío,
Louis. ¡Estás lleno de heridas!
El chico
tenía dificultades para respirar. Estaba lleno de golpes y moratones por la
cara. Un gesto de dolor permanente estaba en su cara.
-Lo… lo
siento. – Musitó nervioso.
Le miré a
los ojos cristalizados. ¿Estaba llorando?
Mi
respiración se cortó y yo me arrastré sobre mí para acercarme más a él.
-Louis… -
Murmuré.
-Soy un
completo idiota.
-No. No
digas eso. No lo eres. No llores, por favor.
El chico
cogió aire y, abrazando más fuertemente sus rodillas, continuó sollozando.
-Louis, por
favor...
Los nudillos
de mis dedos se posaron en sus mejillas para acariciarlas y calmarle. Estaba
hecho un cubo de lágrimas.
-No quiero
darte esta vida. – Dijo, entre lágrimas.
-¿Qué dices,
Louis?
Bajé
lentamente mi mano por su cuello y la arrastré por su torso. El chico se quejó
absorbiendo aire. Fruncí el ceño y aclaró su garganta.
-No quiero
que estés envuelta en peleas y cosas de mi pasado. – Dijo.
-Esto no ha
tenido nada que ver contigo. Ha sido mi culpa. Todo cuadra, Louis. Ha sido
Josh.
-Me da
igual, _____. – Dijo entre quejidos.
-Déjame verte.
– Dije.
El chico se
retorcía de dolor mientras, quizás el motivo de las lágrimas, le doliese más.
-Déjame
verte. – Le pedí.
-No.
-Todo esto
ha sido por mi culpa. Por favor.
-No, ______.
No te dejaré que me veas. Vete. Lárgate.
-No, Louis.
-¡VETE! –
Gritó.
Unos pasos
de alguien corriendo sonaron detrás de mí mientras yo miraba a Louis con los
ojos también empañados. ¿Por qué me decía que me fuese? Si todo esto era culpa
mía.
-No… - De
nuevo susurré.
-¡Eh! –
Exclamó alguien detrás de mí.
Louis
levantó la vista, de nuevo quejándose. La fuerte paliza estaba visible en su
rostro.
-¿Qué ha
pasado?
Era Bob. El
hombre se acercó a nosotros y se sentó a nuestro lado de forma que creábamos un
triángulo.
Me di cuenta
de que un coche de nuevo entraba en las calles. Se acercó al moreno y alguien
salió de la puerta trasera rápidamente para recoger el cuerpo inconsciente.
Miré hacia la dirección del coche donde estaba el rubio, pero no había rastro
ni de él ni del coche.
Segundos
después, el otro vehículo, abandonaba la situación. Yo y Louis seguimos el
rastro del coche hasta que pudimos.
-¡Hey! –
Exigía Bob. -¿Qué te ha
pasado? – Ahora miró a Louis. – Oh, Dios. ¿Qué diablos os ha pasado?
-Ha sido
todo culpa mía, Bob. – Musitó Louis con tono de dolor.
-¡No! –
Exclamé.
Bob me miró
a mí y posó sus dedos en mi barbilla, girando mi cara.
-¿Quién
diablos te ha hecho esto? – Dijo.
Tragué
saliva.
Louis se
retorció sobre sí y se extendió en el suelo.
-Bob,
tenemos que llevarle al hospital. – Exclamé.
-¡No! – Se negó
Louis. – Bob, lleva a _____ a su casa.
Miré a Bob
mientras vi que Louis observaba el cielo, poniendo sus manos en el estómago.
-¡Chicos! –
La voz de alguien nuevo invadió en la escena. Subí la mirada y, al lado de Bob
de pie, estaba Adam. - ¡Louis! ¿Qué diablos te ha pasado?
-Bob,
llévale al hospital. – Le exigí. – Adam me llevará a casa, ¿A que sí?
Adam estaba
perdido, pero le hice un gesto para que el asintiese.
-Sí, sí. –
Dijo. – Claro.
-No pienso
ir al hospital. – Dijo de nuevo Louis, incorporándose.
-Debes ir,
Louis. – Dijo Bob. – No sé qué diablos te habrá pasado, pero debes ir. Esas heridas no tienen buena pinta.
Louis me
miró y de nuevo miró al suelo. Se arropó más las rodillas y Bob y Adam
observaban todo con incertidumbre.
El chico de ojos azules y profundos me
miraba con odio, mientras yo le rogaba que me explicase mediante miradas por qué quería que me
alejase de él.
PD. ¡Amores! Ya no dedicaré más caps en lo que queda de novela, de nuevo volveré a dedicar en la próxima. :) ¡Besos!