Esa voz no puede ser de otra persona que no sea él…
Levanto poco
a poco la cara y le miro. Él está peldaños más arriba que yo, cogiéndome de las
manos y mirándome, con una sonrisa picarona.
Le suelto de
las manos inmediatamente y bajo unos cuantos peldaños para darme tiempo a
asumirlo.
Mi garganta
me duele, pues las cuerdas vocales deben estar entrelazadas para que mis
palabras no salgan. Quizás mi valentía se había arrojado escaleras abajo, como
yo estoy haciendo poco a poco.
¡Oh, Dios
mío! Joder. Joder. Está aquí. Joder. Está cogiéndome las manos.
Las lágrimas
no pueden controlarse y salen disparadas de mis ojos, junto a un par de
pucheros y un auto reflejo de abalanzarme sobre sus hombros.
El chico me
recibe con sus brazos abiertos y apoya una de sus manos, abiertas, en mi
espalda mojada.
-Dios mío,
eres tú. – Exclamo. – Eres tú.
El chico
suelta una sonrisa y me aprieta más fuerte.
-¡Joder,
Louis! – Le regaño.
Me alejo de
él y le miro. Esa sonrisa, esos ojos.
-¿Qué? –
Pregunta, sonriente.
-¿Por qué me
has hecho tanto de sufrir? – Pregunté.
Frunzo el
ceño y le suelto. Le miro de mala gana y subo los cuatro peldaños que me quedan
hasta llegar a la puerta.
El chico
hace lo mismo, y cuando se pone de pie y viene tras de mí hasta el rellano, me
doy cuenta de que va vestido con una chaqueta de cuero negra. Le miro
sorprendida y él entiende mi reacción.
-¿Por qué te
he hecho sufrir? – Pregunta ignorando lo demás.
-¿Acaso te
parece poco? Acabo de venir del puto aeropuerto, Louis.
El chico se
sorprende y alza las cejas en forma de asombro. Yo le miro con los ojos
cristalizados y contengo mis ganas de gritar que por fin le tengo a
centímetros.
Oh, Dios.
Esto es demasiado. Creo que aún no me estoy dando cuenta de que le tengo ahí de
nuevo. Incluso ahora que le miro con su media sonrisa y con sus ojos más
azulados y llenos de esperanza que nunca, me doy cuenta de que su flequillo cae
elegantemente por la frente, como en el pasado.
-¿Del
aeropuerto? – Reclama, sorprendido.
-Sí, del
aeropuerto.
Mi tono
suena seco y cortante. No, no quiero demostrar ese aspecto de mí. No quiero,
pero me es inevitable.
Ese chico es
por la persona que peor lo he pasado en la vida. Me ha hecho hacer locuras
hasta cansarme y ahora viene aquí como si nada hubiese pasado. ¡Le he comprado
una casa! ¡Una maldita casa para hacerme sufrir tanto!
Maldito
cabrón, he pasado noches en vela, con el corazón en un puño, con mi estómago
cerrado y sin ganas apenas de hacer cosas tan sencillas como respirar o
pestañear.
Sigue
mirándome a través de la tenue luz del rellano y yo me giro hacia la puerta
para introducir la llave en la cerradura.
-¿Me vas a
contestar? – Pregunta, produciendo eco.
Le miro y
veo que su sonrisa ha desaparecido, pero aún así, su gesto serio y decepcionado
sigue creando una gran impresión en mí.
-¡Es que te
quiero matar! ¿Sabes todo lo que he sufrido y hecho para que horas antes de
perderte para siempre, estés aquí delante de mí?
Me acerco a
él y pongo mi cuerpo cerca del suyo, enfrente. Mis ojos suben a los suyos, la
diferencia de estatura me obliga. Mi rostro sigue serio y el de él perdido.
Creo que ahora estará pensando si ha sido lo mejor venir.
El chico
sonríe, parece que mi estado de histeria y de no creerme lo que está pasando le
hace gracia.
-Te fui a
ver al hospital, intenté contactar contigo por todos los medios que me fueron
posibles, te compré, no una casa, sino esta casa. – Señalo a la puerta con mala
gana. – Y después, para colmo, me voy al aeropuerto y me doy cuenta de que el
último vuelo de Inglaterra acaba de salir hace minutos. ¡Minutos! Creía que me
moría cuando te vi por unos segundos tan lejos de mí…
El chico
suelta una carcajada y yo me enfado más.
-¡No tiene
ninguna gracia! – Me quejo. - ¿Sabes que ya me estaba empezando a hacer a la
idea de que no te tendría? Y de repente apareces aquí… como si nada, sin decir
nada, sin nada… ¡Oh, Dios!
Mis manos
van a mi cara y la tapan calmando el rostro. Demasiada tensión y rencor
instantáneo ha nacido de repente hacia Louis.
-No me he
ido. – Se atreve a decir.
Quito las
manos de mi rostro y le miro. Sus ojos están intensamente brillantes y yo me
quiero morir.
-¿Y ya está?
¿Eso de verdad te justifica? ¿Sabes lo mal que lo he pasado? Maldito seas,
Louis.
Me acerco a
él y empiezo darle puñetazos débiles a su pecho. Él solo me contempla sonriente
y yo dejo todas mis fuerzas en, por lo menos, inmutarle. Pero no sirve de nada.
No se mueve ni un milímetro, ni siquiera suelta un quejido.
De repente,
hace un fuerte forcejeo con mis manos y, en segundos, consigue tener atrapadas
en sus dos manos mis dos muñecas. Ahora tiene poder sobre mí.
-Eh,
tranquila. – Dice con una sonrisa. - ¿Querías irme a buscar al aeropuerto para
pegarme?
Le miro y su
gesto tan simpático se me hace inevitable para contenerle. Rompo en una poco
disimulada carcajada y bajo la mirada al suelo mientras sigo atrapada por las
muñecas por él. Su tacto en mi piel me estremece.
-Mírame. –
Me exige.
Levanto la
mirada tímidamente y sonrío.
-Puede. –
Digo.
El chico
sonríe más fuerte y veo el amor de mi vida a centímetros de mí.
-Tienes
muchas cosas que explicarme, Louis. – Le digo. Parece que le estoy regañando, y
en verdad lo hago.
-¿Leíste lo
que escribí para Dina?
Frunzo el
ceño y no entiendo por qué me pregunta, ahora, esto. Tampoco entiendo cómo sabe
que yo tengo su historia.
-No.
El chico
sonríe y yo le sigo mirando bajo la tenue luz.
-Buena
chica.
-¿Por qué
diablos preguntas esto ahora, Louis?
-Entonces
entiendo que no sepas que la historia no está terminada, y que hasta que no
esté contigo no la estará. No la he terminado, ______. Y esto no va a terminar
nunca.
El chico da
pasos a cada sílaba pronunciada hasta que choca mi espalda con la puerta de mi
casa. Aún no me suelta las muñecas y yo me estremezco al sentir su respiración
tan cerca de mí.
-Me hiciste
sentir como nadie me había hecho sentir. Me apreciaste, me valoraste, me
cuidaste y me quisiste simplemente por cómo era en mi interior. Ni por mi
nombre, ni por mi fama en ese lugar, ni por nada. Por mí. No te asustaste y quisiste permitirme ser el
único. Me volviste a dar una oportunidad después de todo. Has sido la que me ha
dado la esperanza de empezar una vida nueva que te prometo que puse todo mi
empeño en conseguir que así fuese. Me subiste al cielo para luego estamparme
contra el suelo, pero aprendí a quererte más desde aquí abajo. Y, ¿Sabes? No
quería estar en el cielo en un avión. Prefiero estar ahí arriba contigo, y con
los pies aquí abajo.
Mi boca crea
una “o”. Le miro sorprendida. Todo eso me ha sorprendido.
-Creo que no
debí escribirte la carta, ni tener a Bob de celestino, ni siquiera escribir esa
historia a Dina convencido de que sería un éxito y que leerías mi punto de
vista de todo esto, y después, todo se vería. Pero no. Quizás no haya un después y es solo es un ahora. Quizás antes de arriesgarme a perderte debí haberte dicho
todo a la cara, pero jamás tuve el suficiente valor como para afrontar mi
miedo, y como para creer un poco en mí, y quererme lo mínimo. Por eso estoy aquí.
Mi gesto
sigue sorprendido. ¿Cómo ese hombre que había estado tanto tiempo callando sus
sentimientos, con una capa de refugio, sin expresar nada y completamente
encerrado en sí mismo está confesándome las cosas más preciosas que jamás
he escuchado, aquí, en mi casa, en mi rellano, en nuestro rellano, ¡A mí!.
-Te dije que
confiaba en el destino. Yo fui tu pasado, pero
ahora ya no me conformo con eso.
Se calla un
segundo y pasa la lengua por sus labios, tomando algo de aire y retomando su
charla.
El chico
suelta una de mis muñecas sabiendo que estaba demasiado bloqueada y sorprendida
como para intentar pegarle, reprocharle o moverme.
Mete su mano
en el bolsillo de cuero y saca unas llaves.
-¿Vienes? - Me pregunta.
Le miro
sorprendida y, por un segundo, me lo planteo. Esto me ha pillado de sorpresa y estoy
bloqueada.
No sé ahora mismo qué quiero o qué no quiero. ¿Le quiero a él?
Claro, demasiado. ¿Le necesito? Quiero ver esos ojos que me están mirando todos
los días de mi vida. ¿Le tengo miedo? No, para nada. No podría tenerle miedo.
Ya no. ¿Alguna pega para no aceptar el ir con él?
El chico
espera pacientemente mi respuesta mientras saca las llaves de la puerta de la
casa metiéndoselas en el bolsillo de su chaqueta. Yo no se lo impido y le
continúo mirando a los ojos hasta que él da con los míos.
-¿Y bien? –
Insiste.
Trago saliva
y asiento débilmente con la cabeza. Él suelta mi muñeca para entrelazar sus
dedos con los míos. Baja la escalera antigua de mi mano, como en los viejos
tiempos.
¡Madre mía!
Estoy bajando las escaleras del edificio de la mano de Louis, ¡De la mano!
Llegamos al
portal y lo atravesamos hasta llegar al exterior. Andamos unos dos minutos sin
compartir ningún tipo de conversación y pisando los charcos que ha dejado la
lluvia que ya ha calmado.
Observo
hacia donde se dirige y veo una moto. Mis ojos se agrandan por milisegundo y le
miro. Él continúa mirando al frente y sonriendo, orgulloso y seguro de lo que
está haciendo. Seguro de sí. Más que nunca.
-¿Qué
hacemos aquí? – Pregunto cuando llegamos al pie de la moto.
-Has
aceptado venir, has aceptado mi silencio hasta que lleguemos a donde quiero ir.
Giro el
labio y le miro con el gesto perdido. Él no se alerta y me tiende un casco. No
reacciono y se encarga de ponérmelo.
-Abróchatelo.
– Ordena.
Después, se
pone el suyo y se monta en la moto. Yo aún sigo al pie de ésta con el casco
desatado, mirando todas y cada una de las reacciones que está teniendo Louis.
Me mira una
vez subido en la moto.
-¡Vamos! –
Apura.
Me abrocho
el casco y me monto.
Pone el
motor en marcha y siento como un cosquilleo en mi estómago se enciende.
Empezamos a andar por la ciudad y no sé dónde vamos. Sólo sé que estoy
confiando en él más que en mí, y que sea donde quiera que esté aquel sitio al
que nos dirigimos, estoy segura.
Me siento
libre, me siento bien. Me siento como cuando estaba con él y me agarraba a su
cintura hasta llegar a nuestro destino. Apoyando mi cabeza en su espalda y
disfrutando de su perfecto aroma con el que convivía.
Me siento
como una adolescente otra vez, como una niña que quiere a rabiar a su novio.
-¡Cierra los
ojos! – Me exclama.
-¡¿Qué?! –
Reclamo, al no escuchar nada por la velocidad.
-¡Que
cierres los ojos, no los abras! – Me pide.
-¿Por qué?
-¡Hazlo!
-Vale.
-No los
abras.
Cierro el
párpado y veo una inmensa oscuridad con una luz al final. Con una luz que da al
pasado. Con una luz que me ilumina más que nunca mi vida; Con él.
De repente,
el motor de la moto se para, y siento como sus manos se apoyan en mis brazos
para quitármelas de su cadera y poder soltarse para moverse.
-¿Puedo
abrir los ojos? Me estoy agobiando. – Digo.
-No, no. –
Me dice.
Siento como
se baja de la moto y yo me quedo erguida, sentada encima del asiento, sintiéndome
idiota por no poder abrir los ojos. Me quita el casco y escucho como lo deja sobre algo.
-Louis,
¿Dónde estamos? Quiero abrirlos ya.
El chico
pone una mano en la cintura.
-Vamos,
baja. – Me dice.
Le hago caso
y con ayuda de su cuerpo, abandono la moto.
-No abras
los ojos. – Advierte todavía.
-Vale, no lo
haré.
Sonrío como
una niña ilusionada, y confío.
-Anda recto
hasta que yo te diga. – Me pide.
Le hago caso
y comienzo a dar pasos cortos.
-¡Vamos! No
tengas miedo, confía en mí.
Sonrío con
una carcajada y, de repente, me tropiezo con un bordillo. El corazón se me sale
casi por la boca y veo como las manos de Louis me cogen con fuerza para que no
me desplome. Sin embargo, ya es tarde, y he abierto los ojos.
-Oh,
¡Mierda! – Se queja.
Le miro y
empieza a reírse. Creo que ha hecho aposta que me chocase con el bordillo.
-Mira. – El
chico me señala con la barbilla algo y yo, que estoy mirándole, hago caso.
Miro a mi
alrededor y veo que todo eso es El Foco. ¡Oh Dios mío! ¡Hacía demasiado tiempo
que no venía aquí!
Un
escalofrío me recorre mi cuerpo y le miro.
-Ahora mira
lo mejor.
Pone las
manos en mi cadera y gira mi cuerpo cuidadosamente. Miro a una pared que hace
esquina, descascarillada, mal cuidada y antigua, oscura y con un fondo sólo
negro.
¡Oh, Dios
mío! Esa soy yo. Es un retrato mío. Soy yo. Es mi cara. Mi sonrisa. Mis ojos. Louis
me ha dibujado en El Foco. ¡En las paredes de El Foco!
Mi sorpresa
continúa y él me mira ensimismado, satisfecho de su trabajo, sin soltarme un
momento de la mano.
-¿Lo has
hecho tú? – Pregunto, sorprendida.
-Con una
ayudita.
-¿Quién? –
Pregunto.
-Adam me
dijo que no te dijera que él ha hecho casi todo.
Vuelvo la
cara con una sonrisa abismal y miro la pared. Soy yo. Estoy ahí.
-¿Por qué? –
Pregunto.
-¿Por qué? –
Replica.
-Sí. Por qué
me habéis dibujado a mí, qué has querido decir con esto.
-Antes eso
era una simple pared de El Foco. - Dice, sin ningún tipo de miedo ni asco al
pasado, como había demostrado hacer las veces anteriores. – Ahora quiero que,
cada vez que alguien mire esa pared, te recuerde. Nos recuerde. Esa fue la
pared donde nos conocimos, ¿Recuerdas?
Me sorprendo
y la miro de nuevo. ¡Tiene razón! Ahí fue donde nos conocimos. Donde me salvó
de aquel baboso. ¡Oh, Dios mío! Qué recuerdos…
-Todo esto
ha pasado por algo, y creo que no hay mejor manera que recordar, por lo menos
para mí, el mejor momento de mi vida. – Dice. - No hay mejor táctica para afrontar el pasado, que recordándolo y viviendo los mejores momentos, ¿no?
No digo nada
y me abalanzo sobre él, dando el beso más increíble, sentido, apasionado y
largo que jamás había dado a nadie, ni a él mismo.
Y, ahí
estoy, abrazada al que empezó a darle sentido a todo lo que creía perdido, justo en el sitio donde empezó todo, con la persona que empezó todo, y dándome cuenta de que las historias no acaban hasta que no se escribe la
palabra “Fin”.
PD. ¡Bueno chicas, aquí está en teoría -teoría, porque el próximo capítulo será le prólogo- el último capítulo de TPCB! En el prólogo, como siempre hago, agradeceré y os pondré el tostón de siempre... Mientras tanto, espero que no se os haya hecho pesada esta historia y que os haya gustado como la que más, porque he trabajado muy duro en esta historia, y no hubiera sido posible (Ni un poquito) si no hubiera sido por vosotras. ¡OS QUIERO!
Oh por dios no puedo creer que fakte solo el prologo. Sin lugar a dudas en la mejor novela que he leido, y e leido muchisimas. Enhorabuena Nerea :)
ResponderEliminarNoooioooooooo!!!!!!!!!! No puede acabar!!!!!! :'(( COmo puedes creer k se me ha hexo pesada la historia???!! Me ha encantado!!!!!!!!!! Siempre me meto d lleno en tus historias! Varias cosas: cuando subes el prologo?? Cuando empiezad la nove de harry?? Y la de liam???!!!!!
ResponderEliminarTe kiere, una NERRY <3
Madre mia Nerea. Siendo sincera, creo que es la mejor de tus novelas. Es super intensa. Me has hecho llorar. Es genial y eres genial. Y estoy super nerviosa por el prologo. Te quiero Nerea, aunque no te lo creas me ayudas muchisimo escribiendo. Que ganas tengo de Broken. NERRYS AL PODER.
ResponderEliminarhaiiiiiiiii meeeeeee encanto toda la novela completita.. la mejor novela que he leido.. es superr, escribes muy bien, te felicito :) no puedo creer que ya se terminaaaa,, ... te quierooo aunque no te conozca pero me senti como si fuera de verdad, me llego todo :)
ResponderEliminarayayay me encanto, no hay palabras para describirlo en serio me encanta la mejor novela que he leido , no puede ser ya ha acabado :( jo, pero bueno, ha sido PERFECTA y tengo muchas ganas de que empiece Broken animo y sigue asi cielo lo haces genial.
ResponderEliminarBssss preciosa
Nooo me creo que se vaya a acabar yaa :(( Me haa encantadoo esta novelaa enserioo esperaba toodos los dias para que subieras el proximo capitulo :) Es increible y ha sido perfectaaa!!!! Besoos guapaa ! :)
ResponderEliminarOH MY GOD. En serio, es fantástica, me ha encantado leerla, ha sido increíble, he sentido la novela como si me pasara a mi, dios, es espectacular, genial, no me creo que haya terminado. ¿Habrá 2° parte de TPCB? Besos^^
ResponderEliminarY pensar que TPCB ha acabado me deja... vacía...
ResponderEliminarEs una de las novelas mas buenas que he leído :)
Un beso
Alba xx
El tonstón de siempre dice, SABES QUE AMO ESE TONTÓN?! Eres increible tia.. lo de su retrato en el foco, la bronca de Louis. Me siento tan identificada con este chica desde el principio, es demasiado buena, enamoradiza, gracias por hacernos sonreír, aunque ni siquiera te lo pronpongas lo consigues, otro de tus dones. Gracias Nere, siempre aquí. Marta
ResponderEliminarPerfecta, sólo eso.
ResponderEliminar